Estoy agotada. Desde las cinco que el baby no duerme, me levanté con Diego, desayuné, me eché un ratito, me vestí, me fui con Tita al super, volví, me volví a ir con Tita al club, volví, Milo lloraba, Tita se fue a lo de Lisa, me fui a caminar con Milo y llegamos a lo de Flor, me tomé una coca, platicamos, volví y me bañé. Son las 2.26 y estoy fundida. El ejercicio: poco. 35 minutos de aeróbico liviano y la caminata. Igual, con el poco sueño, todo pega peor.
Quería decir hace mucho que me cae pésimo la gente que va a una casa y no ayuda. Sabelo, es de lo peor. ¿Quién te creés? ¿Por qué yo sí y vos no? Hay gente que cree que nació para ser servida, a esa gente no hay que invitarla, directamente. Mi papá tiene esa actitud y sólo cuando hay más gente, siempre ayuda a mi mamá. Me molesta de la misma manera en hombres y en mujeres. Mi pobre marido ayuda siempre y suele ser el único. Me genera más bronca aún.
En fin. Un excursus.
Por lo demás, intento estar un rato a solas con cada uno de mis hijos. Difícil con tantos y uno tan bebito. Roberta anda muy problemática, se pelea con todas sus amigas y eso me preocupa. Se enoja con cualquier cosa, pone una cara ridícula y sale corriendo. Pobre. Simón más tranquilo. El bebé mal de la panza. Mañana voy a ver a una homeópata y el lunes a conocer a otro pediatra. Un largo peregrinar tantos hijos. Igual, por primera vez en mi vida, lo disfruto de verdad.
Me voy a comer. Después los llevo al cine (van a ir con Jose, a ella le copa y yo me quedo con Milo) y los voy a buscar al rato.
Así de agotadas las cosas.
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