domingo, 13 de septiembre de 2009

qué opio

Acaba de terminar la semifinal. Partido impecable que por un momento parecía que no iban a pasar. Simón está en lo de Dante, Tita mira tele (esto es un descontrol), el bebé me está cagando a patadas y yo sigo en camisón siendo casi las dos de la tarde. Hueva. No tengo ninguna clase de programa, no hay vecinos, marido llega a la noche, de más está decir que no tengo familia, hice programa con Xime y Pau ayer y no me quedan muchas más opciones. Clavo mal. Cuando me pasan estas cosas, empiezo a preguntarme qué carajo hago acá. El día, además, bastante feo. Milo llora y no sé por qué. Supongo que tiene sueño pero no quiso quedarse en la cuna. Me deprime quedarme acá pero ir a comer sola con los dos creo que me pega todavía peor. ¿Qué onda? Bueno, eso, nada. Un poco aburrida y cansada y levemente miserable pero todo bien, es lo que toca y ni modo. Ojalá hubiera una llamada salvadora pero sé que no sucederá.

Así de abandonadas las cosas.

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