domingo, 26 de febrero de 2012

¿por qué habré perdido las ganas de escribir?

Quién sabe. Pero de repente ya no pienso en cómo volcar mi impresión de la realidad en este rectángulo digital, como si me hubiera entregado a vivir al margen de la narratividad de la experiencia.

Es domingo, llegué hace dos horas a casa después de un viaje corto desde Tepoz en el coche de Gaby (hablando y hablando no agarramos la carretera donde debíamos y sin embargo pasó volando), tengo resaca de drogas, tabaco y alcohol y una agujero en el pecho. Tita mira tele (miren a lo que hemos llegado), Milo duerme a mi lado en el sillón y Simi se fue a lo de Dante. Creo que no voy a hacer nada de nada.

La boda de Domi y Lalo fue la mejor a la que fui en mi vida. Me divertí mucho mucho como hacía años que no, ella estaba HERMOSA y todos muy contentos. A eso de las 10pm, cuando estábamos en lo mejor de la música, con la pista colmada y Fede de dj, se largó a llover y estuvimos casi dos horas guarecidos en un techito, yendo y viniendo, especulando con qué se podía hacer. También hubo una una pelea de borrachos por algún asunto de faldas (presumo porque no sé nada a ciencia cierta) y la retirada de los novios a quienes al rato seguimos los que habíamos quedado esperanzados de que escampara.

Marido fue conmigo a la mañana, recalamos en el hotel para que yo me cambiara (por cierto, precios exorbitantes por instalaciones deficientes: tuve que salir 4 veces en BATA a preguntar qué pasaba que no salía agua caliente; tengamos en cuenta que me había mojado mucho, había olvidado el demaquillante), vinieron los R a que Luli se cambiara y partimos hacia la locación. El jardín estaba decorado divino con guirnaldas very tipical, un camino de pétalos de rosa, las mesas customizadas y la marimba tocando. La gente, llegada desde distintos puntos del mapa, muy contenta y emocionada. Tatu ofició de MC (emci, como diría él) y estuvo divertido y pertinente. A las 6pm marido partió cual Cenicienta hacia la ciudad porque hoy al mediodía debía tomarse un avión a SP vía Canadá (no comments, no fue responsabilidad de él) así que durmió con los kids acá y a la mañana, mientras yo intentaba darme ese baño infructuoso, les hizo hotcakes. Yo dejé la dieta solo para beber un par de tragos pero no comí nada no permitido de las bandejas del comienzo ni probé el pastel de chocolate que tenía una pinta deli. Me endrogué, fumé de más y la pasé bomba.

Ahora quisiera estar cogiendo como cuando tenés veinte y ninguna responsabilidad pero en algún momento voy a tener que despertar a mi hijo menor y saldré al parque en donde están los vecinos con amigos haciendo pic nic (por un rato pensé en bajar a comer a Patagonia pero estaba muy muy errada y optimista en cuanto a mi estado).

Por cierto: volví a ser yo. Tan yo que cuando los tacos altísimos dorados no dieron para más me calcé mis Dr Marteen del 96 y cuando bajó la temperatura, mi abrigo peludo de superheroína. No sé qué versión prefiero, eh, puede que la de ama de casa alienada me haga sufrir menos pero no decido mucho, más bien sólo puedo dejarme llevar por mi naturaleza.

En fin.
Así las things.

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