jueves, 17 de enero de 2013

el tiempo no para, chicos

Lo que para muchos contextos podría ser una ventaja, acá no lo es. O, visto desde otro lado, soy demasiado ansiosa. La cuestión de las perspectiva desde donde se miren las cosas funciona siempre.

El tema es así: pienso y hago a veces demasiado rápido. Y espero lo mismo de los demás. Es cierto que en mi hacer tal vez muchas veces la perfección se escape pero puede que busque la eficiencia por sobre todas las cosas. La vida se pasa muy rápido y hay que hacer mucho así que porfas, gente que me rodea, apúrese. ¿Es mucho pedir? Solo quiero que me contesten los mails para saber qué tengo que hacer. Y que me contesten los mails para poder avanzar. Desde arriba y desde abajo.

Ya sé: es un problema mío.

Pensé que al dejar la setralina los niveles de ansiedad iban a subir descomunalmente pero me sorprendo gratamente. El martes hice la clase de yoga entera, con la misma concentración y entrega de siempre, con ganas de que no se termine nunca.

Ahora, tal vez, vaya a la de los jueves, que no es tan genial pero igual me ayuda.

Ah, padres juntos en casa: bomba atómica.

Quiero que la vida no se termine. Quiero ser joven por siempre y tener este entusiasmo que, para mí, es bastante novedoso. Quiero hacer todo a la vez y todo bien. Y estar contenta.

Algunos factores fallan, obviamente. Pero no me voy a extender.

En fin, el deporte me llama.

Así las cosas.

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