miércoles, 4 de marzo de 2009

así, no llego

Acabo de entrar, son casi las once de la mañana y me fui a las ocho. Bueno, nos fuimos. Como iba al súper, Jose se ofreció a acompañarme. Menos mal. Tardamos en llegar a las escuelas porque había mucho tráfico. La vuelta fue pesada y todo el súper, agotador. Eso que no llevaba el carrito ni tuve que sacar todo yo sola. Fui como las señoras de acá, con la nana. Qué ridículo si no tenés algún problema. No me lo explico muy bien. Yo, con ayuda y todo, me siento pésimo. Me acabo de comer una barrita All Bran de fresa, no tengo mucho tiempo hasta que tenga que volver a irme. En el medio, bañarme. Desde ayer no pasó mucho. Intenté ver una peli bien bobich que compré el sábado pero no anduvo en ninguno de los dos dvds. A las ocho y diez estaba con el camisón puesto y presta para entregarme a una sentadora comedia romántica cuando la desilusión fue mayor. No tengo ganas de nada más. Puse Cnn y a eso de las nueve y cuarto estaba durmiendo. Tita se vino en algún momento de la noche a mi cama. No duermo bien. No por ella. Los dos están muy emocionados con la mascota. Simón no tiene muy en claro el tema de los mamíferos, reptiles, aves...Hoy, hablando de eso en el auto, pregunté qué eran los pingüinos y me contestó reptil. El pobre Antonio todavía no está bien lejos de la mamá, tiembla, pobrecito, acurrucado en el aserrín. Me apiadé y le di unos pedacitos de manzana, el primero se lo comió feliz. Al rato veré qué hizo con los otros. Pasó la noche en el cuarto de los chicos. Yo también preferiría no tener una suerte de ratón peludo en mi hogar pero no puedo ser peor de lo que ya soy. Sargento. No soy una madre piola, canchera y comprensiva. Soy una mamá monstruo. Y así y todo, mi hija es el ser más caprichoso que conozco (pareciera que más que su padre aún) y Simón va a la escuela completamente despeinado, no hay forma de hacerlo entender que mucho no da. Suficiente con que Diego le corte el pelo con la maquinita, todo desprolijo. No le importa nada. Llego a que se lave los dientes y no mucho más. Y que lea.

Pienso: los últimos seis meses estuve con mis hijos todavía más de lo que acostumbraba antes. Ayer, por ejemplo, llevé a Simi al dermatólogo y Roberta vino conmigo. Yo no hacía esas cosas. No andaba con los dos de acá para allá. ¿Me mexicanicé? ¿Ya no pienso bien? No tengo casi espacios propios, no hago casi nada sin ellos. Es bastante terrible, lo sé. Pero no veo que esto justo vaya a mejorar ahora.

Hay sol. La temperatura es casi ideal. Tengo la tarde semi libre (sólo llevar y traer a Simón de piano) y aprovecharé para leer las cosas de laburo. Ya no me acuerdo cómo era eso de socializar. Nadie me llama, no llamo, no meriendo, no nada. Ah, a la noche tengo cena de chicas. Milagroso.

En fin. Así las cosas.

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