domingo, 29 de marzo de 2009

aunque

Siendo las nueve y treinta y ocho, mi familia ya se fue al club. Yo, me voy al rato a lo de Xime. Ayer también fui al club, cuidé a Tita mientras chapoteaba y después se la dejamos a Pau para poder ir a visitar el Santa Teresa (yo nunca había ido y siempre mejor conocer al menos el camino para llegar a parir). La buena noticia es que ahora dejan entrar niños, en visitas muy cortas pero visitas al fin. Es un lugar pequeño y luminoso. Casi me pongo a llorar en el cunero, viendo a los bebés tan chiquititos. No lo pude creer. Y la sala de parto me dio un poco de cosa, la verdad es que atravesar todo de nuevo me da bastante fiaca pero esperemos que sea tan poco traumático como los anteriores. Después, los dos solos, nos fuimos a comer a un lugar lindo que hay por ahí. Charlamos. Bah, yo hablo y él responde con monosílabos. Igual estuvo bueno. Él piensa que es "reflexivo" y que "escucha". Yo, me abstengo de decir lo que pienso. Volvimos a casa esperanzados de ver el partido. No, claro que no. Increíblemente no lo daban. Creo que lo hacen a propósito. En los miles de canales que tenemos de deporte pasan cualquier partido, pero cualquiera cualquiera. Eso sí, con la cantidad de argentinos viviendo acá, el primer encuentro oficial de Maradona como técnico, no lo dan. Vergonzoso. Entonces, pasamos a buscar a Tita por lo de Pau- que ya nos odiaba porque Bianca no había dormido y estaba agotada la pobre- y partimos hacia Cuajimalpa a buscar a Simi. Cuando estamos en la puerta del edificio donde vive compañerito, suena el celular y mamá de otro me avisa que ¿qué creer? Recién están saliendo de ahí, llegarán en una hora. ¿WTH? Esperamos una hora en un Starbucks. Y volvimos.

Me voy, estoy tarde.

No hay comentarios.: