Son casi las nueve de la noche de un viernes y estoy sola en casa. Diego sigue en su asado en la oficina al cual no me invitó y yo, obviamente, no tengo programa. Nunca tengo programa. Qué triste. No sé si en Buenos Aires sería igual o sí podría armarme algo. Simón está en un campamento en la plazuela con sus amigos de once. Hicieron fogata, salchichas con papas y malvaviscos. Van a dormir en carpa. No podía más de felicidad y a mí me emocionó verlo así. Sobre todo hoy que todos sus amigos de la escuela se iba a la casa de uno y él no estaba invitado. Nunca nadie lo invita a su casa, me parte el alma. Bueno, como a mí, claro. Escribo y me dan ganas de llorar y de irme corriendo a Argentina.
En fin. Me voy a hacer un café con leche de soya y unas tostadas con algo.
Así de solitarias las cosas.
1 comentario:
ufa julieta
qué lejos, yo creo que acá no estarías sola, para nada.
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