jueves, 8 de abril de 2010

claro, todo, siempre, puede ser peor

Volvimos del cumpleaños y bañé a los chicos. Primero los grandes y después a Milo. Saqué hamburguesas del freezer, y me dispuse a separarlas. Con un tramontina. Diego siempre sufre cuando me ve hacer eso y me advierte de los peligros. Hoy no estaba. Y claro, me clavé el cuchillo, de punta, en la palma de la mano izquierda. Me lavé. Y como no sabía qué hacer, llamé a María. La pobre había tenido un muy largo cumpleaños de su propia hija, más los otros tres y uno tiene un mes. Me llevó a lo de Flor, dejamos a los chicos en su casa (sumaban siete) y Flor, me llevó al Angeles. Debo decir que me dolía. Bastante Me dieron un punto, me cobraron 180 dólares y me volví a buscar a los chicos. Ale ya estaba acá. Los acosté y ahora terminamos de comer un pedazo de tarta de espinaca, fumamos un cigarrillo y un poco nos reímos de nuestro estado deplorable. Mañana llega Diego y a las 10pm sale el avión. Tengo que hacer la valija, la mano averiada no ayuda. Me voy a clavar el antibiótico y el antiinflamatorio y en un rato me voy a ir a la cama a tratar de dormir.

Bueno, chicos.
Así las cosas.
Enkilombadas.

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