miércoles, 29 de agosto de 2018

Tendría que estar lavando las ollas de ayer. Hicimos un cerdo con salsa india comprada en nuestro supermercado de marca blanca alemán pero más latino imposible, Aldi. A los chicos les gustó, a mí me dio mucha acidez y mi marido lo convirtió en algo mucho más rico con maní y cilantro cuando llegó de Spinning.

En realidad, debería ya estar en el gimnasio, produciendo las endorfinas que me permiten encarar el día con cierta entereza. Pero viene Adelix, la chica que limpia. Empezó la semana pasada porque Gaby encontró un trabajo estable. Quedamos que llegaba a las 8am pero siendo las 9.45 todavía no apareció. Una laxitud horaria apabullante. Pensé que los padres le habían puesto ese nombre en honor a Ásterix pero, al parecer, en Venezuela es muy común juntar nombre de padre y madre y generar uno nuevo. Como los argentinos hacemos con las casas de la Costa Atlántica. Adelix vendría a ser hija de una Adela y un Félix, me dijeron en Tuiter. Alguno de mis hijos se podría haber llamado Juliego o Diejul.

Soy desempleada. Una desempleada hecha y derecha. Busqué trabajo de todas las formas posibles: contacté a todos los que podían tener una punta, apliqué en todos los sitios de búsquedas, moví cielo y tierra y nada. Me deprimí, lloré con ruido mientras estaban mis papás de visita, me quedé echada en la cama, lamentándome de mi mala suerte, chorreé lágrimas adelante de mis hijos menores en sus vacaciones eternas (hijo mayor se fue 41 días a Suiza, a la casa de mi hermana mayor). Hasta que me entregué. Es así, el mundo no me necesita aunque yo necesite facturar. Llamalo maldición, mercado, falta de capacidad, como quieras, pero acá estoy, siendo ama de casa por primera vez en mi vida y sin perspectivas de cambio.

Por eso voy a lavar las ollas (Adelix acaba de llegar, casi dos horas tarde), voy a ir al gimnasio, voy a volver a bañarme -tal vez me ponga el mismo vestido que los últimos dos días porque no veo a nadie que no sean mis hijos así que me da igual, hace calor y como estoy gorda, la ropa me molesta mucho-, voy a terminar Magnetizado de Busqued, voy a leer a Borges, voy a lamentarme un rato por mi suerte y voy a ir a buscar a hijo menor al colegio porque los miércoles sale a la 1.50 en lugar de a las 3.05 y vamos a hacer el relleno de unas empanadas intentando que la tarde pase un poco más ligera, como la primavera.

Así las cosas. 




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