viernes, 30 de julio de 2010

Crónica de unas vacaciones cualquiera

Día 2

Acabamos de llegar de caminar por la 5ta y me duelen las piernas. Los chicos se acostaron después de una rebanada de pizza al paso y yo me alegro de no tener que comer en una mesa en la vereda, cara, ruidosa y oscura (tengo un problema con no ver cuando como). Marido y yo no paramos de sorprendernos con lo enorme y populosa que está. Fuimos un poco más ahí y no la terminamos. Nuestro dpto está una cuadra antes de que se vuelva peatonal, hay una boulangerie francesa de los más divina y el bullicio queda lejos. Por todos lados pululan gringos y europeos tomando margaritas con sombrillas de colores (descubrimos que estos condos son un reducto germano, dado que la pequeña biblioteca está repleta de libros que parecerían ser best sellers en alemán, colegimos que los dueños deben tener esa procedencia) , que vuelven a sus respectivos países convencidos de que México es esto. Unbelievable. De todas maneras es lindo, alegre y for export. El bebé se durmió en la carreola.
Simón se queja de todo, todo el tiempo. Mientras flotaba, boca arriba, escuchando sólo el ruido de mi respiración irregular pensé en cómo podemos hacer para lidiar con sus frustraciones si a penas (y sin éxito) podemos lidiar con las nuestras. También, mientras me alejaba de la orilla, pensé en si podría volver (lo pienso siempre).Y sí:  siempre vuelvo. El mar a la mañana estaba calmo y transparente. Exactamente lo que uno se imagina cuando piensa en Caribe. Desayunamos afuera y salimos temprano. Yo volví antes de las 12 a que el bebé duermiera la siesta y aproveché para tomarme un café frío y tirarme a leer en la hamaca. Placer total. No soy MUY afecta a la playa. Es decir, me gusta: un rato. La arena y yo no somos las mejores amigas. Ninguna superficie rasposa es amiga de mis pies en general (creo que ya lo dije pero tengo temas con este tema: odio que me toquen los pies, odio que me toquen con otros pies- igual, estoy mucho mejor). Además, me gusta poder ir y volver. Marido e hijos mayores se quedaron y después pasaron por la alberca, antes de que fuéramos a Walmart a buscar algunos detallitos. De comer hicimos arrachera (carne) con chícharos (arvejas) saltadas. Rico y sencillo. Lavé todo y volvimos a la playa. Simón se copó con el snorkel. Pero el agua ya no estaba tan tranquila, con un poco de viento se hace turbia y ya no se ven peces. Igual la gastamos. También me metí en la alberca que está ahí, al lado de la playa. El agua reconozco que ya de templada se había pasado a caldosa. Subí nuevamente en avanzada e hice licuado de banana frappé (sí, la vida en vacaciones se vuelve lo que pasa entre una comida y la otra). Bañé hijos. Nos bañamos con marido y salimos a caminar.
Marido y yo hablamos poco. No en mal plan sino en poco tiempo. Nos dedicamos básicamente a cuidar hijos. A mirarlos en el agua, a tener al bebé (que tiene una mamitis insospechada; no deja que marido siquiera me de besos o abrazos porque LLORA-?-), a cocinar, levantar, sacar, cambiar y todos los etcéteras que implica estar de vacaciones con 3 hijos sub 10.
La playa me hace pensar, indefectiblemente, en el pasado. En múltiples pasados. En Pinamar y mi infancia (un mes de vacaciones en la costa atlántica, yendo TODO el puto día a una playa enorme y llena de carpas; la pasaba genial pero no quisiera repetir el modelo con hijos me asusta sobremanera la perspectiva de tener que comer sandwichitos en sillitas plegables); al viaje a NY y Saint Thomas del 93; al viaje del 97 (se viene la crónica detallada en algún momento). Vivir el presente es muy díficil. Eso sí: elido cualquier pensamiento sobre el futuro próximo. Me hace mal.
En fin.
Entre una cosa y la otra se pasan los días.
Marido me pregunta qué quiero cenar (opciones: hamburguer- digo que no- pero creo que él sí; opto por pan con queixo -as always).
Ah, siempre que voy a la playa soy gorda. No lo puedo evitar. Por suerte no es la barra esteña (dios, alguien que me diga por qué me sometí a eso unas cuantas veces en la última década) y tampoco conozco a nadie así que paseo mis carnes blancas (me quemo MUY negra pero no tomo sol JAMÁS así que tengo brazos y cara con algo de color y el resto blanca palidez) y abultadas sin ningún complejo (de hecho hoy fui a caminar un ratín sola sin nada nada que me cubra, ni siquiera lentes).
Bueno chicos, así las cosas.

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