Hay sol. Mi cuerpo pedía deporte y yo se lo di con una clase de zumba. Me dejo ser, bailo entre una canción y la otra con mi remera naranja intenso, mis zapas amarillas, mi culo gigante. Y todo me chupa un egg. Las endorfinas funcionan tan bien que no dejo de sorprenderme. No hace frío, nos dormimos temprano, nos damos amor. Marido me dice: me gustás. Es lo más lindo que te pueden decir, por lejos.
Ahora tengo a Domitila y Acacia a mi lado. La beba más divina del mundo. Mis amigas tienden mucho a aliarse con mi marido, cosa que me parece pésimo, pésimo. Pero bueh, las quiero igual, así: malas.
Le pongo garra eh. Mucha garra. Domi trajo quesos ricos y pan, marido hizo unas pasta con una salsa de tomate natural y yo fui con los varones a Costco a comprar moras, papel higiénico, chocolate chips y queso de rallar. Ahora los chicos juegan a la Wii, no paran de pelearse constantemente y quisiera regalarlos. Qué difficult.
Podemos armar rompecabezas, ver una peli o seguir charlando. Todo está bien. Mi buen humor está a prueba de balas. Nos reímos. Nos queremos todos con todos, aunque sea criticada. Bueh.
Bloqueo a la gente y después la desbloqueo. No me sale ser mala onda. Para nada. Qué raro, ¿no? Me gustaría que la mala onda me fluyera más.
No sé qué hacer con mis hijos y sus peleas. Estoy harta. De verdad.
Bueno, me reintegro al 1.0...
Así las cosas, guys.
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