domingo, 9 de septiembre de 2018

¿Cuál es el punto de quiebre de una persona? ¿De una pareja? ¿Cuántos lados b soportás? ¿Qué te rompe? Pasé tantas veces por ahí que ya no tengo respuesta. Habitar un puro presente, vaciarte hasta ser sólo cáscara, un rulo completo que se oxida con rapidez.

Hoy empieza el año 5779 para los judíos. Suelo acordarme porque coincide con la edad de padre. Hasta hace un tiempo, aunque no festejara, me parecía una oportunidad para empezar de nuevo. El año pasado los chicos querían festejar pero no teníamos con quién. Les hice manzana con miel después de cenar, deseando que fuera un año dulce. No creo que se haya cumplido. O tal vez sí. Tal vez a la luz de los años precedentes, fue un año más dulce, más suave en la superficie, en lo colectivo del núcleo duro. La tormenta me la guardé para mí.

¿Cómo uno a los 40 años puede sentirse tan muerto por dentro? El switch está a mitad de camino. Ando por la vida con la batería baja, con resignación. ¿Es eso una vida?

En una época creía en las segundas vueltas. Esperaba a la fortuna que, como un vendaval, viniera a ponerme la vida de cabeza. Para bien. Qué ternu. En la resignación hay cierta paz. No esperar, no caer. Ya aprendí que no soy de ese equipo.

Así las cosas.