lunes, 30 de enero de 2012

disconecshion

Uh, son casi las 10 y yo debería estar saliendo al club en lugar de estar acá.

No me importa. Como casi todo lo demás, no me importa. Es como si hubiera tomado altísimas dosis de mechupaunhuevismo en gotas y de repente, todo lo que tenía un sentido ya no lo tiene. Algo así como que me desaparecieron archivos de la memoria RAM. O no sé. Por ahí está mal lo que defino. Puede ser el efecto no-hidratos ni azúcares. Llevo 25 días sin siquiera acercarme a nada de granos ni harinas ni dulces ni nada de nada rico. Como mucha carne y parvas de lechuga. Puede que la alimentación tenga que ver, mucho que ver, ahora que lo pienso.

La gente, que para mí siempre fue central, ahora está en un plano secundario, borrosa.

Tampoco leo. Y miro pocas pelis. Ayer se cortó Miss Bala cuando había pasado 1/4, espero que podamos verla hoy. Llegaron padres el sábado a la noche. Fue un finde de hacer muy poco. O eso me pareció. Cuando no bajamos ni vamos a museos o hacemos programas sociales los findex no tienen entidad porque no puedo reponer bien qué hicimos. Sé que cociné pescado, que lavé muchos platos después de mucho tiempo (una tarea cuasi imposible sin agua caliente, como sucede en esta casa) y que deseé mucho ya estar instalada en mi hogar. Parece que sucederá el domingo que viene, con el agua caliente para lavar platos y el lavaplatos que hará que mi vida social sea mucho más intensa.

La casa está quedando linda a pesar de que la cocina es celeste. Hice un berrinche el sábado al mediodía cuando la vi. La arquitecta intenta convencerme de que va a quedar bien. Solo pienso en pintar la mesa de rojo mate para compensar tanta frialdad. Además, la chimenea es gris y el piso cuasi negro y una pared negra de pizarrón imantado (así saco todas las porquerías de la puerta del refri). Todavía no decidimos cómo va a ser la sala, es decir, qué muebles vamos a poner en la sala porque tenemos demasiados y yo no quiero descartar y marido no quiere lo que yo quiero y así, por primera vez en seis meses, no nos ponemos de acuerdo.

No estoy triste. No estoy feliz. No estoy deprimida pero tampoco entusiasmada con nada. Marido me quiere en la medida en que me deje coger mínimo una vez por día. Así la relación más o menos se mantiene armónica.

Y los chicos divinos hasta que se les salta la cadena y se ve de dónde vienen. Los grandes se van a Disney con padres el jueves a la mañana. Camilo no parece darse por aludido. Es muy personaje. Un loro. Hoy decidió que no quería ir al cole y a mí me pareció bárbaro. Se queda con Silvia (se aman) y comerá su lunch, que ahora lleva en una lunchera de The muppet movie muy vintage.

En todo esto se me va  la vida. Y en seguir sin tener anhelos.

En fin, guys.
Es lo que hay.

Así las cosas.

miércoles, 25 de enero de 2012

el tiempo

Qué dimensión rara la temporal, tan indescriptible.

Mis días se suceden uno tras otro casi sin variaciones. El devenir sin mayores sobresaltos, en una misma locación, puede ser enloquecedor. Los presos se deben sentir bastante parecido a como me siento yo, en un punto. Alguien saltaría a decir que en mí está el factor de la voluntad. Le refutaría diciendo que es un optimista, que el humano a veces no majena todas las variables a su antojo, sino que, por el contrario,  es un rehén de sí mismo.

De todas maneras, sería una argumentación incómoda para mí porque hace unos cuántos años que pregono el voluntarismo como la única solución a los embates de la realidad.

En este sentido lo único que puedo esgrimir a mi favor es la nueva rutina de ejercicios y la escritura.

Sigo durmiendo mal en soledad. Y después de las 6.35am, aunque vuelva a la cama, no puedo conciliar el sueño nuevamente. Además, ya comienzan los movimientos de los otros dos. Así que salí temprano, dejé a Milo en la guardería y fui al club para que el entrenador del gimnasio me armara la rutina.

Mi plan consiste en dos veces por semana hacer aparatos y 45 de aeróbico. Un día "glúteos y abdomen" + elíptica y otro "brazos y abdomen" + patinadora.  Los jueves spinning + pilates (a ver si aguanto) y otros dos días nadar. Los sábados hay zumba y vendrá a reemplazar el día de la semana que no pueda ir (es muy difícil lograr ir de lunes a viernes, para ser honesta).

La dieta está haciendo estragos en mi humor. 

Hoy solo logré hacer glúteos y abdomen y solo 15 de aeróbico por el tiempo. El supermercado me lleva mucho. Busco productos lo más naturales posibles, comparo precios, elijo tés, verduras y frutas, pido que me muelan la carne y que me fileteen los pescados que no sean congelados y hayan llegado el día anterior.

En este contexto y con la mudanza acechando, el desempleo tiene sentido.

O no.

Tengo poco contacto con humanos mayores que no sean Silvia. Marido no tiene interés en mí. Soy triste por eso pero intento no pensar. Aunque en el encierro suburbano se vuelve un toque complicado.

Y no mucho más. Hay cierta tranquilidad en esta decisión de hacer la plancha. Pero, a la vez, la tristeza y la miserabilidad, sin angustia, son sentimientos basales y crónicos.

En fin, chicos.
Así las cosas.

martes, 24 de enero de 2012

a go ta da

A mi lado Milo se queja de todo lo que se le pasa por la cabeza "yo quería mango" y acto seguido: "¿me comprás una tarea?" y así con lo que ve o se le cruza. Es cierto que aprendió a hablar para quejarse. No hace otra cosa. El que diga que es mi culpa: no sabe de lo que está hablando.

Duermo mal cuando marido no está. Temo que el teléfono no se cargue (cosa que pasa 5 de cada 10 veces que lo enchufo) por lo cual no suena el despertador y entonces a Simi lo deja el camión y una seguidilla de fantasmas que hacen que me despierte cada hora. Además, Milo se pasa a mi cama, me patea...

Excursus de skype con Pauli y chat con Flory.

Ya son las 9pm pasadas. Hace rato que cené unos cachos de queso y unos bocados de papaya. A la mañana despaché hijos, desayuné, llevé a Milo al cole y partí hacia el endocri de la dieta a Polanco. Tardé casi una hora, dejé el coche en Soriana (me acordé de que Pau hacía eso) y caminé. Tuve que esperar como siempre (el tipo no da turnos, medio que la gente cae a la semana y ya, es como ir a la verdulería solo que tardás menos). Tenemos una relación imposible. A él le caigo pésimo y como consecuencia, él a mí también. Bajé 1.800grs de los cuales 800 son de grasa mientras que lo normal es que sean 500 en una semana. Y así y todo quiso darme una dieta que consistía solamente en huevo, jamón, pollo, pescado, carne y hojas verdes. Bueno, me dio una en la que incluye un pedazo de panela, una taza de frutas y un yogurt como premio consuelo. Entre comidas solo jícama, pepino o gelatina light. No sé si existen dietas más infelices.

Volví a subir, busqué al pequeño y paré en el club. Lo deposité en la guardería dispuesta a nadar pero toqué el agua y estaba a una temperatura desalentadora por lo cual entré al vestuario a ver si me decidía a ponerme el traje de baño o a bañarme directamente y desistí de ambas. Salí como entré, recogí a Milo en la guardería y nos vinimos a casa. Miré los últimos dos games del partido de Delpo (por suerte no lo vi entero porque me angustio), intenté dormir sin éxito, comí leyendo en la compu proque el peque ya se había dormido y después de un rato bajé una vez más para buscar a los chicos en la escuela (martes y jueves se quedan a pintura). Después de pelear por temas de madre con mis hijos mayores salí al parque con Mery y prole y pasamos a ver mi casa, a la cual ya le falta muy poco. La semana que viene deberíamos estar mudándonos. Y así se terminará una etapa y supongo que empezará otra.

Estoy un poco menos triste. Mañana, después del super, iré a que me armen una rutina de aeróbico y pesas y comenzaré a entrenar más duro. Me entusiasma.

Y así se pasa la vida. Sigo con ganas de cocinar pero no soy tan kamikaze como para hacerlo en este estadio de dieta infame (me sobran 3 kilos, ¿qué garompa les da a los obesos de verdad?).  Me cuesta un poco relacionarme con la gente, pierdo popularidad por estar apagada pero el repliegue no me molesta. Yo soy replegada, me gusta un poco el pequeño mundo sin grandes estímulos.


Bueh, me voy a la cama. Camilo ronca al lado mío. El carpintero me deja clavada, tengo que volver a llamarlo, lo hiper necesito. Y todo en esta tesitura.

Así las cosas, chicos.
Banales.

domingo, 22 de enero de 2012

Estoy hiperbólicamente triste. De esas tristezas que duelen y dan autopena. Triste como en el 2003 y eso es mucho decir. Además de poquita cosa me siento abandonada, soy leña del árbol caído. También es cierto que perdí la gracia. Y un montón de otras cosas horribles que no voy a enumerar.

Si no hiciera esta dieta fundamentalista amasaría pan. Y si hubiera tenido una bicicleta y no hubiera estado sola con mis tres hijos, hubiera ido a andar por alguna planicie del valle. Pero nada de eso pasó. Leí en la cama y después al sol mientras algunos de mis hijos nadaban o jugaban por ahí. Comí asado en la plazuela, un asado salvador al que me invitó José cuando la tarde parecía destinada a alguna película infantil en el cine, sufriendo porque el menor no aguanta tanto tiempo y no hay muchos programas acordes para todos. Ahora solo se escucha el ladrido de un perro en algún lugar. Espero a que venga Silvia, a abrirle la puerta para poder meterme en la cama aunque no sean aún ni las 8 de la noche. Los días son muy largos.

Algún día voy a tener una bici plegable, fácil de transportar y voy a sentir la contentez del viento en la cara por un rato. Algún día voy a hacer un pan rico, focaccias y pizzas y jugos de frutas y aguas de sabores y comidas con color. Algún día voy a dejar de explorar el fondo del pozo y veré la luz. O eso espero.

Mañana voy a ver si encuentro un traje de baño menos ridículo y nado diez minutos más. También voy a ver si logro que me den algo de técnica.

Hoy tuve demasiadas ganas de ya estar en mi casa.

Lo que eso signifique.

viernes, 20 de enero de 2012

va de nuevo

Nadé 30 largos en 20 minutos. O sea, las tres veces que nadé esta semana (después de 20 años de que ni se me pasara por la cabeza) hice cada vez más en el mismo lapso. De todas maneras el objetivo sería subir el tiempo. Hoy me recomendaron que mirara videos de Michael Phelps y puede que vaya a hacerlo.

La balanza no se hace eco de mis esfuerzos y me deprime todavía más que estar endémicamente desempleada. A eso me resigné, a los kilos no. De hecho, esta semana decidí que el goal del año será "estar buena". Sí, un goal raro pero saludable. Jamás en mi vida se me había ocurrido tener buen culo, por ejemplo. O que no sobrara grasa en el entorno. Pensé que el tema de erradicar los hidratos iba a dar resultados más inmediatos. Te la debo. El martes vuelvo al médico a que me diga qué onda. Llevaría una bazooka si no tuviera consecuencias con la ley. Escuchame pibe: SOLO VERDURAS VERDES Y NI UNA HARINA Y CASI NO FRUTAS es para que esté transparente, no así.

Que marido me quiera le da otro color a la vida a pesar del suburbio mexicano (me tiene harta), la dieta y el desempleo. Claro que todavía no me quiere del todo pero al menos pareciera soportarme. Eso sí: el domingo se va a Miami.

Por lo demás, nada. Hay bodas en el horizonte, no hay proyectos, hay hijos y hay casa nueva que todavía no sabemos cuándo podremos habitar. Hay visitas de carpinteros y tapiceros, muestrarios, páginas de internet abiertas, búsquedas infructuosas de diplomados y programas para escribir que quedan abiertos por semanas. Hay mucha pile y no tanto frío. Hay una visita próxima de padres. Hubo findex en Valle invitados por Xime y Manuel con paseo en lancha incluído (a donde nos invites vamos y sabemos disfrutar de los programas aunque no bebamos ni comamos).

Hubo un tiempo en el que fui copada, lo juro. Ahora soy así: chata y llovida. De leer ni hablar. Tampoco pelis. Bueno, tres noches de la semana salí y mañana quiero que vayamos a ver la muestra de Escher y la de Ron Mueck al centro. Después podemos pasar por un cumple o hacer alguna otra cosa por la Roma sin kids.

También hay una infección urinaria desde octubre pero ya controlada por antibióticos. Hay una cierta meseta que después de dos años intensos no me viene del todo mal. Hay un aburrimiento sin angustia que yo sé apreciar. A pesar de que cuando pienso en mí, en lo que no soy y esas boludeces, me pongo triste.

En fin chicos.
Así las cosas.

buenoooooooo

escribí un post largooooooooooooooo. y como si fuera el 2005, se borró.

sobameblogger.

miércoles, 18 de enero de 2012

al agua pato

Si la felicidad es esquiva a pesar del sol y el buen clima, la hiperactividad sin embargo, genera otra sensación muy distinta al apoltronamiento en el sillón para solo mirar pavadas en internet.

Y coger. Coger hace todo mucho mejor. Siempre.

Desperté con marido, quien cada día sale más temprano, y le dije que si seguía huyendo a las 7am ya no íbamos a vernos nunca. Desayunamos juntos nuestros huevos con pechuga de pavo, él partió raudo y yo hice tiempo para llevar al pibito y después estar en lo de la dentista a las 9.30am. Ayer fui al médico y me pasó una dieta un poco más factible. Me gusta hacer dieta. Sobre todo ahora que estoy totalmente desempleada. Me da en qué pensar. El tema dental duró mucho así que fui corriendo al super en donde también tardé mil millones de horas porque resulta que quiero el pescado fresco y al final el Lenguado nunca llegó y la mojarra no sé qué y no había sal gruesa ni desinfectante para la lechuga. Compré todas las verduras verdes que me crucé. Y Jamaica para hacer agua con Splenda. Y proteínas. El precio de los quesos se disparó y no entiendo por qué. Hace dos semanas que no ingiero ni harinas ni cereales en ninguna de sus presentaciones. Bastante que sigo viva.

Se hizo tarde porque además dejé el traje de marido en la tintorería así que salí corriendo a buscar a Milo, lo dejé junto con mis bolsas reciclables, agarré el traje de baño y antiparras y corrí una vez más al club para nadar 24 largos en 20 minutos. El Eutirox me tiene mega pilas, al parecer. Mini sauna, baño y acá estoy. Comí con los chicos, Tita hace la tarea a mi lado y en un rato tengo que llevarlos a tenis. Creo que viene Flor. Panza suspendió. A la noche tengo cena de chicas en el Wa, es un plomo para mí porque tengo que ir cenada y ver comer pero bueno, la vida social y la dieta claramente no son mejores amigas. Y por ahora opto por la flacura. Ayer a la noche cenamos con gente y comimos una mini ensalada con pedazos de mozzarella (bastante escasos, por cierto y carísimo).

Y así se pasa la vida entre la nada y la nada. Igual, podría tener algún tipo de empleo pero al parecer no estarían cayendo.

Así las cosas.

martes, 17 de enero de 2012

los días que pasan

De repente me pongo a llorar espontáneamente pensando en lo que no.

Casi casi me quedé dormida, Diego despachó a Simón (se está despertando todos los días), Silvia se ocupó de Tita, me vestí, me comí la naranja que consumo en lugar de la toronja de la dieta y fui hasta nuestra casa a ver unos detalles con la arquitecta. Después volví, le hice un café a ella que tenía que medir la lavadora y la secadora, me hice un mate cocido (café con leche no está incluido en la dieta), los dos huevos con la rebanada de pechuga de pavo y me senté a desayunar. Camilo estaba ansioso por ir a la escuela de su hermana a tener la entrevista para poder entrar el año que viene a la escuela. Así que allá fuimos. Se portó como el orto pero como la directora vivió todo el embarazo y es fana de los terceros hijos, no importó. Lloró, no habló, quería ir con Tita, no respondía lo que le preguntaban, etcétera. Un desastre total. Y mientras manejaba sitiendo pena por mí misma (mucha pena) pensé que por ahí, siendo tan tarde, podía ir a nadar al club. Busqué el único traje de baño entero que tengo (turquesa y con palmeras que le compré a un vendedor ambulante en Barra vieja porque me había puesto una bikini estirada), toqué el agua de la pile para ver si era capaz de meterme, me cambié y nadé 20 largos. Nunca había nadado tanto. Nunca fui nadadora. Tengo la espalda muy ancha y todo el tema agua me da fiaca. Pero era la 1pm, el agua estaba calentita y a pesar de que fue corto (poco más de 15 minutos) salí agotada. Una vez en el sauna me di cuenta de que tenía taquicardía.

¿Quien no se deprime viviendo en otro país, sin trabajo y haciendo una dieta tremenda?

Entre comidas solo podés comer jícama y pepino. En la comida alguna proteina con verduras verdes y en la cena o panela con pechuga de pavo y ensalada o vegetales verdes o un plato chico de papaya con 3 cucharadas de cottage. Tremenda.

Diego también la hace. Bah, él es el que fue al endocrinólogo y se la dio. Yo me sumé irresponsablemente pero mañana a la mañana voy a ver qué debería hacer yo.

Así que en esas ando. Todo medio bajón aunque no hace demasiado frío y hay sol. No sé ni cómo me levanto de la cama. Que le pongo garra es innegable.

En fin.
Así las cosas.

lunes, 16 de enero de 2012

la nada nadeando

Y el ser siendo.

La realidad es que estoy completamente apagada, sin ganas de hacer nada, sin proyectos, sin laburo y sin pilas. Si no fuera porque hago un poco de deporte y una dieta fatal, sin ningún hidrato de carbono (marido y yo juntos) pensaría que estoy en una depresión grave. De todas maneras, no hay forma de arreglar que vivo en México. Es una realidad innegable, pasaron 7 años y ya no puedo hacer mucho para cambiarlo por lo cual el punto análisis es ridículo (ya fui y me dijo que me volviera). El domingo ya viaja así que me quedo sola con los chicos. La idea es marcar en el calendario los viajes y los findex sola. Diría que nos llevamos como el orto pero sería poco riguroso, estamos desconectados, alejados. Su desinterés en mí me entristece.

En fin: ni sigo.

Así las cosas, chicos.

jueves, 12 de enero de 2012

Citando a Silvya Molloy

–La noción de regreso me ocupa en este momento particularmente. Sin dudas hay elementos autobiográficos de mis propios regresos “a medias”. Empecé a pensar en términos tanto críticos como literarios en el tema del regreso: ¿Qué es volver? ¿Se puede volver? ¿Qué es la casa? Y lo he estado desarrollando en seminarios, con la idea de continuar trabajándolo en ficción y tratar de hacer algo –la expresión de un deseo que acaso no se realice– que fuera a la vez crítica y ficción, es decir hablar de mis regresos, pero también de los regresos de otros escritores, que son regresos, posibles e imposibles a la vez. Eso es lo que me suscita la publicación de la novela de nuevo: seguir pensando en los regresos.

Hay cosas que te interpelan más de lo que podés expresar. Aunque a mí "el regreso" todavía no me haya tocado.

miércoles, 11 de enero de 2012

sigo viva

O algo así.

¿Qué pasa en mi vida? Nada emocionante. Pero tampoco menos emocionante que antes, eh. Es que... perdí un poco los dones comunicativos. Bah, en Buenos Aires por ejemplo, casi no hablé de mí. Supongo que en parte fue porque no tengo nada para decir, nada nuevo ni apasionante y en parte porque me gusta escuchar a los demás.

El matrimonio es una institución con baches. Gusto de decirle institución porque relación le queda corta. Implica tantas cosas (y no quiero adentrarme una vez más en detalles, para mí el matrimonio no tiene nada que ver con la libreta firmada, no creo que nada cambie a nivel relacional) en el largo plazo. Demasiadas. Todo está en juego. Por eso hay etapas grises, etapas oscuras, etapas dudosas.

En lo personal no brillo en lo más mínimo. La opacidad es mi sino y aunque es controversial, debo confesar que no me disgusta del todo. El perfil bajo tiene su encanto y lo estoy redescubriendo. Es como volver a ser yo, en un punto. Hasta hace unos años no era particularmente extrovertida ni simpática ni buena onda ni necesariamente graciosa. Bueno: eso.

Ahora: ¿van a seguir queriéndome mis seres queridos? Los amigos supongo que sí: siempre estoy para el que me necesite. De verdad. Si me llamás y buscás ayuda, ahí estaré. Si marido me seguirá soportando no lo sé. Espero que entienda esto de las etapas y los humanos y la merma del deseo y otros etcéteras.

En el plano de la realidad: médicos, análisis, colegios de hijos, supermercados, mercados (fui al primero que conocí con Arnulfo ni bien llegué, al que no había vuelto y debo decir que la fruta y la verdura resultaron excelentes por lo cual volveré en breve), trámites y detalles (bah, muebles y demases) de la casa.

Hoy pensé que algo debo hacer medianamente bien porque de mis tres hijos escucho casi solamente halagos en las tres instituciones a las que concurren. No es poca cosa. Y es cierto.

A pesar del miedo me gustaría andar en bici.

El sábado iremos a la muestra de Escher. El viernes es el piyama party (aka piyamada) de Simón. Matame muerta. Pero lo prometido es deuda.

En fin, chicos.
Ah, y estoy desempleada!

Así las cosas.

lunes, 9 de enero de 2012

los miedos y las bicicletas


Hace muchos años que tengo el mismo sueño: poder andar en bicicleta como medio de transporte. La gente piensa que por vivir en un suburbio la bici sería ideal pero lamentablemente no funciona. nuestra zona tiene una topografía compleja, llena de subidas y bajadas bastante violentas y desalentadoras.

La cantidad de bikers que vi en Buenos Aires me fue muy grata. Está lleno de gente andando por las bicisendas, en muchos casos con cascos y elementos ad hoc para mejorar el desplazamiento y la seguridad. Dicen que las bicisendas están mal hechas y son incompletas. Tengo muy poco conocimiento bicicletero pero creo que tienen razón. Parecieran estar mal hechas. Sin embargo, algo es mejor que nada y al menos con calor, la gente no para de usarlas. Mi mejor amiga solo se transporta en bici sea de día o de noche, haya o no tomado alcohol. La admiro profundamente y quisiera emularla.

Pero hay un problema. Andar en bici me da miedo. Aprendí a los seis años aproximadamente, en la plaza de Canning y Las Heras, que quedaba enfrente del departamento en el que vivíamos. De alguna de mis hermanas heredé una bici roja llena de stickers y recuerdo el día en el que mi papá me soltó por primera vez a mi suerte, ya sin rueditas. La libertad en el cuerpo. Pedalear rápido por los caminos de esa plaza gris sin tiempo. A veces también íbamos al parque Las Heras o andábamos en Hebraica con mis primos.

Corría febrero del 89. Mis padres habían alquilado una casa con ladrillo a la vista en la zona norte de Pinamar, cerca del golf. Creo que era en la calle Del Centauro. Los nombres de la costa Atlántica argentina son muy particulares. Como éramos muchos, mi mamá tenía que mandar valijas por Rabbione y de paso mandaba nuestras bicicletas. Fue un verano intenso en muchos sentidos.

Una mañana, mientras mi papá le enseñaba a manejar a mi hermana Alejandra hubo alguna desaveniencia y  el Regatta azul terminó estampado contra un tronco de una casa vecina. Como consecuencia, mi papá tuvo un yeso en toda la pierna por el resto del mes, tuvimos que volver en avión y mi hermana nunca más manejó.

Nuestra Cocker Spaniel blanca y negra, Pepper, también era de la partida. La teníamos encerrada porque justo le tocó el celo y una jauría de perros cimarrones venía a rondar durante horas. Finalmente el instinto pudo más y Pepper se escapó, logrando que se la montara un perro callejero a la vista de todos nosotros. Para mí fue bastante traumático a mis once años. Sobre todo porque mi madre tuvo que salir corriendo en un taxi (el coche ya no andaba) para que le dieran un shock hormonal y así evitar el embarazo. Ese verano releí muchas veces la saga de Anne, la huérfana pelirroja y lloré en la cama y en la carpa, a través de los anteojos que ya usaba. También jugamos a los actitos con Fifi y la banda de varones que camanduléabamos.

La cuestión es que una tarde no fuimos a la playa. Creo que había sol pero debía estar fresco. Mis padres dormían la siesta y nosotros intentábamos andar con dificultad por las calles de tierra. Una de las gracias era tirarse por una pendiente que quedaba cerca de la casa. En una de esas me tiré con decisión y valentía, jugando a los bicivoladores pero al ver venir un coche por la calle perpendicular tuve que tirarme de imprevisto sobre un costado y me llené raspones y arañazos varios. Pero eso no fue nada, el problema fue el pánico que sentí. Y del que nunca me recuperé.

Creo que no le dije nada a los adultos. No sabría por qué. Pero desde entonces, la bicicleta no me da confianza. Cada vez que me subo siento que estoy demasiado alta, demasiado expuesta. Ando un poco y me canso rápido. La sensación de libertad no neutraliza el terror a la caída.

Se me ocurrió buscar un triciclo para adultos y ver si soy capaz de subir las cuestas que nos rodean con un rodado semejante.

De todas maneras, sigo pensando que es un medio de transporte inmejorable. Y tengo la esperanza de algún día perderle el miedo del todo y volver a disfrutar del pedaleo y la velocidad. Tampoco pierdo las esperanzas de volver a Buenos Aires, claro. De tener otra vida. Una vida en bici. Y si no, al menos, una vida de peatona.

Entretanto, sigo motorizada.

Así la historia.

sábado, 7 de enero de 2012

un hijo de 10 años

Apa. Cuando la gente dice que todo pasa muy rápido es porque es cierto.

Hace unos días alguien me dijo, mirándome: Tenés 3 hijos, hiciste algo en la vida. ¿Será? Un altísimo porcentaje de la población tiene hijos y hasta hace unos años reproducirse no representaba ningún valor agregado. Intento pensar cómo y por qué cambió eso y no termino de darme cuenta. Supongo que porque la maternidad estuvo bastardeada durante demasiados años. 

La cuestión es que Simi cumple 10. A las 6.22pm va a haber pasado una década desde que nació. Ayer le relatamos cómo fue ese día, ya sabíamos que iba a nacer desde antes y lo más notorio del caso fue la milanesa de pollo a la suiza que se comió marido antes de ir al Otamendi. Fue en Domani, un lugar por el que pasamos todos los días cada vez que vamos a Bs As.

El amor fue inmediato. Explosivo. Y ahora lo tengo al lado, haciendo una webcam con la guitarra nueva, enorme y bueno.

Ayer leí de un saque Un amor para toda la vida de Bizzio. Lloré al final. Siempre uno llora por uno mismo ¿no?

En fin.

Así las cosas, chicos.
De cumpleaños.

(El festejo es mínimo y frugal: lomo con ensaladas, fruta y Rogel que trae Eva.)

viernes, 6 de enero de 2012

sol y deporte

Bueno, más sol que deporte aunque un frío penetrante que me hiela las extremidades. Encontré una casa hermosa. Casi casi la casa de mis sueños. Algún día la tendré en Bs As. Por ahora intento angustiarme lo menos posible con la mudanza a la mía. Los pies, casi no siento los pies.

Solo hice 35 de elíptica. Para el ejercicio uno tiene que tener verdaderas ganas. Hice solo porque me daba culpa bajarme antes de la máquina. A pesar de que me es una práctica común.

¿Qué iba a escribir?

Terminé El cuaderno rojo, que me regaló Santi. No volví a agarrar El verano sin hombres y no empecé el último de Bizzio, único libro que me compré en Bs As. Quisiera leer Los pichiciegos pero me pareció demasiado caro. Siempre está ahí El coraje de la verdad.

Voy a llevar a los chicos a ver Tintin. Mañana Simi cumple 10. Nah, ni yo me la puedo creer. Le lloré a Ale por skype. Un beishon.

En fin.
Así las cosas.

jueves, 5 de enero de 2012

hola vida cotidiana y alienación

Pensé que no iba a escribir más.

Siempre tengo cosas para contar sobre todo si voy a Bs As. Hay dos cosas que me llamaron mucho la atención de los porteños. Una vez más la intensidad de las relaciones interpersonales en todos los niveles. Las conversaciones pueden llegar a ser muy íntimas con cualquier ser que te cruces por más de dos minutos: increíble. Por otro lado, la violencia discursiva me dejó pasmada. En cualquier circunstancia la gente tira un "te voy a cagar a trompadas", "te voy a dar una piña" o semejante con una liviandad aterradora. El portero de la casa de mi suegro cada vez que Camilo lloraba le mostraba la mano cerrada en señal de golpe como una gracia. Yo sigo preguntándome qué le ve de divertido. Acá la violencia existe pero soterrada como casi todos los sentimientos. Que no se note. De todas maneras, lo prefiero.

Por lo demás, de verdad la pasé increíble. No me importa que Bs As, tal como dijo Flory en una de las tardes que nos pasamos junto a Milo tirados en la cama, sea África meridional con pretensiones europeas. Bs As con lo bueno y con lo malo es mi lugar en el mundo. México no. Estoy un poco muerta por dentro viviendo acá. Es cierto e innegable. Y no veo la luz al final del tunel. Ni modo.

Sin anhelos ni estridencias comienzo el 2012. La vida es esta sucesión de días y nada más. Ya no busco la trascendencia ni el brillo. Solo quiero una cierta paz.

Bueno, chicos, mucho por hacer.
Así las cosas.