lunes, 30 de enero de 2012

disconecshion

Uh, son casi las 10 y yo debería estar saliendo al club en lugar de estar acá.

No me importa. Como casi todo lo demás, no me importa. Es como si hubiera tomado altísimas dosis de mechupaunhuevismo en gotas y de repente, todo lo que tenía un sentido ya no lo tiene. Algo así como que me desaparecieron archivos de la memoria RAM. O no sé. Por ahí está mal lo que defino. Puede ser el efecto no-hidratos ni azúcares. Llevo 25 días sin siquiera acercarme a nada de granos ni harinas ni dulces ni nada de nada rico. Como mucha carne y parvas de lechuga. Puede que la alimentación tenga que ver, mucho que ver, ahora que lo pienso.

La gente, que para mí siempre fue central, ahora está en un plano secundario, borrosa.

Tampoco leo. Y miro pocas pelis. Ayer se cortó Miss Bala cuando había pasado 1/4, espero que podamos verla hoy. Llegaron padres el sábado a la noche. Fue un finde de hacer muy poco. O eso me pareció. Cuando no bajamos ni vamos a museos o hacemos programas sociales los findex no tienen entidad porque no puedo reponer bien qué hicimos. Sé que cociné pescado, que lavé muchos platos después de mucho tiempo (una tarea cuasi imposible sin agua caliente, como sucede en esta casa) y que deseé mucho ya estar instalada en mi hogar. Parece que sucederá el domingo que viene, con el agua caliente para lavar platos y el lavaplatos que hará que mi vida social sea mucho más intensa.

La casa está quedando linda a pesar de que la cocina es celeste. Hice un berrinche el sábado al mediodía cuando la vi. La arquitecta intenta convencerme de que va a quedar bien. Solo pienso en pintar la mesa de rojo mate para compensar tanta frialdad. Además, la chimenea es gris y el piso cuasi negro y una pared negra de pizarrón imantado (así saco todas las porquerías de la puerta del refri). Todavía no decidimos cómo va a ser la sala, es decir, qué muebles vamos a poner en la sala porque tenemos demasiados y yo no quiero descartar y marido no quiere lo que yo quiero y así, por primera vez en seis meses, no nos ponemos de acuerdo.

No estoy triste. No estoy feliz. No estoy deprimida pero tampoco entusiasmada con nada. Marido me quiere en la medida en que me deje coger mínimo una vez por día. Así la relación más o menos se mantiene armónica.

Y los chicos divinos hasta que se les salta la cadena y se ve de dónde vienen. Los grandes se van a Disney con padres el jueves a la mañana. Camilo no parece darse por aludido. Es muy personaje. Un loro. Hoy decidió que no quería ir al cole y a mí me pareció bárbaro. Se queda con Silvia (se aman) y comerá su lunch, que ahora lleva en una lunchera de The muppet movie muy vintage.

En todo esto se me va  la vida. Y en seguir sin tener anhelos.

En fin, guys.
Es lo que hay.

Así las cosas.

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