miércoles, 13 de junio de 2012

desde Amex, una vez más, como si el tiempo no pasara

Los dedos me duelen, se me cansa la muñeca, creo que escribo lo mínimo indispensable. Otra vez sopa.

Estoy en el lounge de American Express, gracias a la extensión de la tarjeta de padres que solo uso para estas ocasiones. Hay un ruido infernal, hacen trabajos de reparación de vaya uno a saber qué afuera y no hay la paz que quisiera. Además, unos abuelos con una nieta adolescente se sentaron en mi pequeño livingcito. Pareciera como si los abuelos fueran de origen latino, ella habla un poco mejor en castellano que él, que me preguntó si tenía que dejar propina y la mandíbula parecía rechinarle por la falta de fluidez. La señora, en cambio, le habló con bastante soltura a la camarera pero habla un inglés nativo. La nieta se ve que tomó alguna clase en la escuela pero ni siquiera entendió que le estaban preguntando qué quería tomar. No suela tu iphone o ipod touch.

Por mi parte, escribo en la nueva compu que me regaló marido. No pesa y es un avión de rápida. Comí zanahoria, pepinos y jícamas, unas papitas fritas (se supone que no debo frito para mi dieta pero BUEH) y un cacho de atún (que se supone que tampoco puedo).

Fui a lo de un médico biológico que me dio DIEZ remedios homeopáticos para tomar 3 veces al día y la realidad es que aguanté solo dos tomas. Su gusto asqueroso y mi falta de fe me hicieron desistir. Pero, la dieta que me dio (que incluye papa, batata, zanahoria, betabel y elote, cosa que otras no) la sigo al pie de la letra. Es decir, dejé lácteos, harinas, todo tipo de cosa dulce (ningún edulcorante siquiera), ni té ni café ni carne de vaca ni frutas ni nada que puedas pensar que te da felicidad (excepto lo que puse antes y el aguacate).

No, no me siento ni un poco mejor.

(qué calor hace acá adentro, delirante)

Ayer parecía que mi ausencia iba a ser un drama familiar. Camilo lloraba al ritmo de "mami, no te vayas", con mocos y agarrándome fuerte, Coco y Tita tuvieron dos noches anteriores muy malas y nada inccaba que fuera a haber paz con mi partida. Por suerte no fue así. A Milo le compré un huevito Kinder, tal y como me pidió y me mandaba besos con la mano cuando me fui en la camioneta (como otro buen augurio, Lu pudo mandarme a Mau para que me trajera). Coco no fue a la escuela pero se fue con marido a la oficina, quien lo dejó en casa para que se fuera a tenis con su hermana. Cuando está Lupita todo fluye mejor. Y creo que entendieron que tienen que ponerle buena voluntad. O eso espero.

Bueno, me duele demasiado la mano. Dejé el trabajo para el avión, cuando ya no tenga internet (qué delirio que no haya conexión en los aviones, no tiene ningún sentido).

Ya armé bastante la agenda. Pero de solo pensar en andar de acá para allá me canso. Quiero volver a ser yo, que me inyecten energía.

Marido me ama y yo a él. De eso gusto.

En fin, chicos.
Así las cosas.

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