viernes, 8 de septiembre de 2023

Diario de una depresión

Domitila me instó a que vuelva a escribir. Sugirió que haga un comeback de México me mata menopáusica. Le dije que iba a hacer como si no lo hubiera escuchado. Se lo digo seguido porque es capaz de decir cualquier barbaridad. A veces yo también. Es la gracia de nuestra relación: podemos decir cualquier cosa.


Estoy quieta la mayor parte del día. Cuando no estoy quieta es porque estoy limpiando. Hace días que no salgo de casa. La calle me parece imposible de encarar. No quiero caminar por el barrio porque me trae recuerdos tristes. No quiero ir a tomar un café porque estoy en economía de guerra. No quiero ir al supermercado tampoco aunque ya me toca. Tardé en darme cuenta de lo dañada que estoy. Ya no rota, solo profundamente dañada. Me siento una sombra con muy poco para dar. No puedo pensar en trabajar. Toda la energía está puesta en sobrevivir, en mantener la casa más o menos en pie sin mayores pretenciones y en cuidar a los chicos. No hay resto para nada más.


Controlo los impulsos. No quiero exponerme a nada doloroso. Quiero creer en el futuro. Medito. Hago esfuerzos. Lo logro de a ratos cortos. Muchos años de estrés continuo horadan el alma. Cuando te querés dar cuenta ya no sabés quién sos ni qué querés. No hay deseo. Solo el deseo de sufrir lo menos posible. La vida en su mínima expresión desde que vivo en Miami. Soy un potus. Sigo ahí a pesar de todo pero sin gracia. Una planta que a donde la pongas va a sobrevivir pero que nunca va a resaltar.


No tengo noticias de Álvaro desde el sábado. Me mandó un cartel sobre el valor del agua y que depende de dónde se venda porque dos días antes le dije que me hacía mal a la autoestima. Freno el impulso e escribirle porque sé que no hay nada ahí. Es una adicción de la que no me curo. Los hombres que no tienen nada para dar. Él es el último. Si me preguntás hoy no creo volver a tener una relación nunca más. Me encantaría. Nada es más hermoso que el amor romántico y nada veo más lejano. En realidad hoy veo todo lejano. Imposible. No sé cuándo pasó o si fui siempre así. Tal vez la sucesión de fracasos me dejaron en el borde. La novela no publicada, el guión no filmado, la serie no elegida. Los trabajos que perdí. Me siento incapaz de hacer ningún trabajo. Nada. Inservible. Quiero deshacer el sentimiento. Pensar que el futuro es mío que es brillante abundante sorprendente. Lo logro de a ratos muy cortos. Ni siquiera quiero bordar. También me da fobia. Como las personas y la calle. Quiero la nada. Quiero que sea de noche y dormir porque durante la noche el mundo no espera nada de vos.


Soy un potus al que se le escapa una lágrima. No quiero darme pena ni darle pena al mundo, por eso me escondo.


Por ahora: así las cosas.

No hay comentarios.: