jueves, 15 de noviembre de 2018

Mi papá se va a morir y es lo más duro que me está tocando atravesar en una vida que no fue un lecho de rosas. Estoy arrasada. Soltar la vida se dice fácil y se hace imposible. Soltar es un verbo de mierda. Un invento de algún gurú barato que yo compré por muchos años. Es mentira. Nos aferramos a lo que sea. Al amor ficticio, por ejemplo. A las fantasías de un futuro promisorio. Yo perdí el tronco. Derivo en un mar de incertidumble, con el elefante encima del pecho, con un miedo indomable. También estoy triste. Lloro de la nada, sola, con ruido y mocos. Lloro por lo que ya no soy, lo que no va a ser, lo que perdimos. Lloro porque sé que sufre. Lloro porque no se quiere morir y porque no hay consuelo para la muerte. Lloro porque el mañana está oscurecido y porque el tránsito es doloroso. Lloro y no voy a dejar de llorar. Mi papá se va a morir y yo estoy lejos. Mi papá se va a morir y un pedazo de mí se va a morir con él.

No hay comentarios.: