lunes, 8 de mayo de 2023

Lunes interior noche

Hoy no salí de casa.
Trabajé nueve horas ininterrumpidas. Cerré la computadora a las seis de la tarde, me di un baño, medité, puse una carne al horno con orégano semi muerto de mi huerta -que es la cosa más triste del mundo-, unas cebollas, unos camotes, preparé una ensalada griega y me senté a bordar en el sillón de la tele.
A las ocho y cuarto llegó Simón y Roberta bajó a cenar. A Simón la carne le gustó mucho. No es poco. Comentamos los videos que encontré ayer en un blog que no sabía que tenía que se llama The Alvarez Lost Tapes. Son de 2011, cuando todavía éramos el proyecto de una familia feliz. A los meses vino el derrumbe que duró siete años. Cuando comentaron uno en el que mi exmarido imita a mi papá en su cumpleaños 72 se me cayeron unas lágrimas. Las dejé rodas silenciosas y ni siquiera me las sequé. Mis hjos están acostumbrados a que de repente llore así y siga.
Mañana el día va a ser igual. No tengo mayores alegrías ni emociones. Pero el 19 de mayo me voy a Madrid por una semana. Los cambios de locación siempre son sentadores, les dan aire a la trama.
Ahora voy a sacarme el jogging y el buzo, voy a ponerme el pijama, lavarme los dientes y buscar algún docu para ver. Empecé uno de Herzog sobre un escritor que frecuentaba la Patagonia pero creo que necesito algo un poco más llevadero. Leer no es opción con este estado espiritual.
No pensar en lo que no vale la pena. Bracear para no hundirse, mantener la atención en el presente, querer siempre estar mejor, no dejarse arrastrar por lo que no pasa. Seguir seguir seguir y pensar que tal vez en algún momento la vida te puede sorprender para bien.
Así las cosas.

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