viernes, 12 de mayo de 2023

Viernes mañana mayo alergia

Pasó la ssemana sin pena ni gloria. Solo trabajé. Y bordé. No vi a nadie fuera de la gente de la oficina miércoles y jueves y a mis hijos.
El miércoles a las siete de la mañana tuve sesión y lloré con una catarata de mocos. Estoy cansada de vivir en Miami, de remar sola, de subirme al ascensor y que nadie sea capaz de decir buen día, de no tener ciudad por la que caminar, de que no pase absolutamente nada nunca. Debo estar triste por la muerte de mi papá, por la soledad que con el tiempo se vuelve cada vez más densa, por trabajar demasiadas horas en algo que no me hace feliz, por tener que autogenerar todo.
Lo bueno: el tiempo que paso con Camilo y Roberta, que están cada vez más compañeros, graciosos, dulces y juiciosos. La transformación de los hijos de nenes a adultos es muy impresionante. Y el tiempo demasiado incomprensible. Ayer a la noche fuimos con Milo a comprar un pollo rostizado de Publix y una tortilla de papa ya hecha. Simón pasó malhumorado después de trabajar y tuvimos un encuentro desafortunado. Es el momento del choque. Roberta llegó de pasear con una amiga y nos sentamos a charlar los tres. Camilo encontró unas fotos mías en la cuenta vieja de IG del padre y me las mostró. Les dije que yo había estado enamorada de su papá. Camilo recordó que nos reíamos mucho. Es cierto, con mi exmarido nos reíamos mucho. La risa era directamente proporcional al sufrimiento en todos los demás aspectos.
Ayer le dije a Joana que el amor siempre me parece un milagro. Eso que pasa cuando dos personas se encuentran y se enamoran es estadísticamente muy bajo. Y así y todo pasa. Nada me interesa más que el amor.
Tengo muchas ganas de llorar. Es el cansancio acumulado. El viernes que viene a la noche me voy a Madrid. Voy a intentar quedarme con eso. Y con el bordado. Y los amigos. Y el amor de mis hijos.
Así las cosas.

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