jueves, 8 de diciembre de 2011

cansada

Anduve de acá para allá, llegué temprano al nuevo centro comercial, segura de poder conseguir un café para reponer fuerzas después de los 45 minutos matadores de spinning (no pude empezarla a tiempo porque el pibito se puso a desayunar tarde y tuve que dejarlo en la guardería) pero todos los negocios (bah, uno no que es donde compré el café horrible) abren a las 11am. Di unas vueltas, arreglé unos temas por teléfono y finalmente ataqué el tema regalos. Caminando por los pasillos lujos de la tienda pensé que un día me gustaría poder ir de compras con presupuesto ilimitado. Nunca pienso en el consumo hasta que estoy ahí y encuentro que tiene algo tentador. Liquidé una buena parte, me quedan cuatro que serán comprados mañana. Comí en Polanco con un examigo. Busqué a los varones y fui a lo de Luli, en donde estaba Tita. Chusmeteamos en el pasto y suspendí el dentista por exceso de tráfico. Llegué y partí a Costco para ver si había algo de lo que me falta pero nada valía la pena. Mañana entrevista de mitad de año con las maestras de Simón, posada de Tita, Julieta Venegas en el auditorio a la noche porque marido hace streaming, el sábado cena y fiesta y así el findex. En algún momento tengo que armar las valijas y no tengo palabras para describir la hueva que me da.

Distráigome con todo. Estoy agotada pero al rato me vienen a buscar para ir a cenar sushi por Palmas.

Es loco como relaciones intensas pueden diluirse hasta desaparecer. Todos los sabemos y a todos nos pasó pero igual no deja de sorprenderme.

Hace un par de días que no pienso: bien ahí.
Bueh. Nada. Eso. Poco. Tiempo de descuento.
Así las cosas.

No hay comentarios.: