viernes, 2 de diciembre de 2011

con el corazón afligido

Con diciembre llega, quieras o no, el tiempo de balace. El año da positivo, hace un rato, llevando a Milo a la guardería, pensé que hubo un par de meses de plenitud como pocas veces sentí en mi vida. Por suerte pude recordarlo. Esa tranquilidad de estar donde sentís qué querés estar, con quién querés estar y haciendo lo que querés hacer. Duró poco. Sé que estoy con quién quiero estar pero ni hago ni vivo donde quisiera. Ni modo, tampoco sé si las otras opciones me darían felicidad.

Hoy me siento poquita cosa. Y no está bueno.

Ayer hizo mucho frío. Tomé litros de chai con leche y mucho sucaryl (sí, lo sigo importando) en el tazón azul enorme. Me mudé del sillón de la sala de tele al futón del estudio, es levemente menos congelante y tiene más luz. Tengo mucho de mi trabajo mal remunerado. Si fuera otra haría lo que se supone que puedo pero no tengo pilas ni partner y por eso me resulta impensable. La fobia siempre me resultó paralizante. Sí, tuve muchos hijos porque nunca supe qué hacer. Es tremendo pero es real: las cosas como son.

Igual esos pibitos son grossos. Y marido... ayer, después de coger, pensé otra vez que no me quiero morir porque no quiero dejar de estar con él, abrazada en la cama, sintiendo que es el hombre de mi vida. Claro que son destellos pero valen la pena. Antes fuimos al teatro en Coyoacán. Salí a las 5.45pm de casa, pasé a buscarlo por la oficina, llegamos pasadas las 7.30, era a las 8 y llegamos a casa, después de dos horas de función, a las 11pm. Es por eso que no puedo tener un vida cultural lógica: queda del otro lado de la ciudad y me es impensable hacer esto seguido. Fuimos porque actúa una compa del taller. Está bien, le sobra media hora pero la puesta es buena y las actuaciones también. Una comedia pasatista de la Compañía Nacional de Teatro. Cuando llegamos nos dimos cuenta de que ahí filmamos una de las primeras cosas que hicimos con la produ. Antes había sido la escuela de cine ruso. Ahora: por qué a los actores de teatro les copa tanto desnudarse en el escenario y refregarse es un misterio. Las tetas y los pitos al aire no tienen mayor sentido y sin embargo, ahí están, a pesar del frío.

Y no mucho más. Junté la ropa para Ciro, nuestro próximo sobri, y la metí en un bolso enorme junto con libritos y juguetes que tengo desde que nació Simi. Pasaron demasiados años. Casi una década de maternidad. Mañana tenemos el picnic del cole en medio de las montañas. Juro que no entiendo por qué carajo lo hacen en esta época del año. Allí estaremos comiendo quesadillas. Ayer Silvia y los chicos hicieron brownies y galletas mientras yo trabajaba y hoy debería pasar a comprar manteca para hacer un pastel de zanahorias. Tengo una paja estructural.

En fin. Ahora un té y después trabajo.
Así las cosas.

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