miércoles, 1 de febrero de 2006

si querés llorar, llorá

porque fui a ver mi última opción de colegios y no daba y fuimos a pagar el celular de diego porque te lo cortan cuando pasás un determinado monto y sigo sin tener la certeza de dónde voy a vivir y porque mi marido, aunque todo mejoró, sigue pensando (y actuando en consecuencia) que tiene derecho a gritar e insultarme.

roberta es divina pero me salió llorona, grita por cualquier cosa y, como su hermano mayor, es muy movediza (me RE equivoqué en mi diagnóstico de cuando nació). simón mañana y pasado no tiene clases y yo tengo que seguir haciendo cosas aunque ya no sé de dónde sacar las fuerzas.

por todo esto y mucho más, en la rampa mecánica que conduce del super al estacionamiento, me puse a llorar con ruido y puchero, y diego no hizo demasiado por consolarme (a él también lo superan las circunstancias).

ahora no sólo no se me ocurren demasiadas pavadas para escribir en esta inútil página sino que cuando una ráfaga de pensamiento aparece, desaparece en el mismo momento.

así las cosas. quiero que sepan que igual extraño.

byeeeeeeee

1 comentario:

Flor dijo...

Querida JB: somos muchos los que hemos llorado a la salida de esos gigantes: las rampas que llevan del super al estacionamiento deberían tener kleenex cada diez o doce pasos. Comprar allí es tan violento que recuerda todo lo violento que es este sistema en el que vivimos donde no podemos disfrutar a pleno de nuestros hijos y donde el amor es sólo un colchón a compartir todas las noches.