ya entendí

gracias a que tengo que comprar cotonetes porque se me terminaron y soy adicta. cuando era chica, adolescente en realidad, mi hermana ale me amenazaba con que le iba a contar a mi mamá que me limpiaba las orejas con alta frecuencia. no sé qué onda en mi familia pero había una consideración muy arraigada de que la cera es una protección natural y hay que dejarla ser. la verdad es que más de una vez tuvieron que sacarme tapones por lo cual la onda let ir be empecé a parecerme una reverenda pelotudez y la higiene de las orejas, algo fundamental. entonces, en mis pensamientos, en el baño, derivé en que cotonetear en un acto bastante masturbatorio además de funcional. claramente pensé que todo lo que remita a la mastubación me tiene sin cuidado, en realidad, lo festejo desde siempre.

aquí viene la conclusión: hace unos cuantos meses que noto en mí una cierta pacatería mezclada con pudor. yo. yo, desde cuándo. en mi puta vida fui ni pacata ni pudorosa, ni conmigo ni con nadie. por lo general, como lo dije muchas veces, lo que la gente hace-especialmente en la cama- me chupa un huevo (excepto mi marido, claro está). y qué es eso de cuidarme, de vestirme medio mojigata. qué onda? no soy yo esa persona, nunca lo fui ni me interesa ser. en fin.

gracias al último cotonete hice un descubrimiento sobre mí. esperemos que no me de el ataque nunca más (y también espero acordarme de comprar isopos porque son de las cosas que suelo olvidar).

ah y sí, me saco fotos en pelotas cada dos por tres, la verdad, no las posteo porque me parece una exhibición narcicista excesiva pero sabés qué, también me chupa un huevo, es mi blog y hago lo que se me canta. además, cuánto tiempo más me queda, en tres meses cumplo 31 y ya empiezo a sentir los estragos de la edad (sobre todo los kilos).

ahora sí, me voy a guadalajara.