lo que se hereda...

recién pensaba en la poca, poquísima onda que le pongo a la office. ahora hay mil millones de personas dando vueltas y yo ni siquiera los conozco a todos. entonces llego, pongo el auto en algún hueco que me hayan dejado porque con esta multitud estacionamos que da miedo, en doble y triple fila, un desastre pero como también uno de los miles es un chofer, dejamos las llaves sobre el ranser que quedó tirado en la entrada y se van acomodando. ahí subo, conecto mi ibook a su enchufe, espero que la muy inteligente reconozca el modem de ahí y paso revista a mis quehaceres. no, ni un chistecín hago de pasada, nada de nada con suerte un hola y ya. después por ahí bajo a hacerme un té de manzanilla y tiro una sonrisita a alguno de los que conozco pero así, como quien no quiere la cosa, también agrego algún comentario sobre el desorden y lo asqueroso que está todo y de nuevo a mi encierro. ahora por suerte comparto la oficina con mike con quien tengo un poco más de empatía así que no estoy taan sola. a él sí le hago un comentario simpático, un chistecito.

claramente pareciera ser una costumbre de mi padre, quien siempre llegó a su estudio con un sequísimo hola, después llamar a la señora ana por el interno y dictarle. ahora creo que ni eso. mi vieja, pobre, peor. como siempre trabajó sola creo que un hola al portero y con suerte. y nunca se caracterizó por ser la más simpática. creo que todos de fóbicos, la verdad. no te sabría decir mi hermano, creo que el kinder es más bien lo contrario, que charla y hace chistes pero ale, uh, se aliena mal y no habla con nadie, al menos mientras trabaja. diego es igual o peor que yo, baja y es serio muy serio y no tiene mala onda pero pone su música a todo lo que da y no se asoma excepto que sea estríctamente necesario.

que sé yo, así las cosas. habemos quienes no somos tan simpáticos en los trabajos. otros sí.