jueves, 17 de noviembre de 2011

todo pasa en la cabeza

Hablo poco. Es raro porque en sociedad soy hiper expansiva. Pero en mi vida cotidiana tiendo a ser callada. Pusieron una clase de spinning a las 9am. Llegué 9.15, la vi y me metí. Hace dos años que no hacía. Fue ultra pop. El problema fue aguantar mi imagen voluminosa los 45 minutos frente al espejo. No gusto de lo que veo y ahora sí hago dieta. Excepto el martes en el cumple de Lu, tuve un comportamiento ejemplar. Pero no se nota. Maldito hipotiroidismo, te odio.

Estoy ideológicamente en contra a la obsesión por la belleza y el cuerpo. Detesto la lucha contra el paso del tiempo, no es que me guste ver el propio deterioro, soy humana y a nadie le es agradable: pero es la vida. Son las marcas de la experiencia que quedan inscritas en la piel. Ahora: sé por experiencia propia que uno puede luchar contra la debilidad de los kilos. Estoy a favor de lo que implica voluntad. El sendentarismo es tan noventas que asusta. Ahora que el cuerpo no responde, la lucha es encarnizada. Y voy perdiendo.

Cuando terminó una de las compañeras (éramos tres en total) dijo que parecía Barney, toda de morado. La de mi izquierda, con su remera rosa, acotó que ella parecía Rosita fresita... no iba a decir nada pero no aguanté y tiré la obvia: yo parezco Gargamel, toda vestida de negro. Tremendo.

Eso sí: me duelen las piernas con intensidad. No puedo pensar demasiado. Dormí bien. Marido a mi lado genera cierto sosiego. Di unas vueltas mientras él roncaba pensando que el amor opera como legitimación. Son días en los que pienso que posiblemente "todo todo esto, todo esto fue un error". Pero él no. Saqué una foto ridícula, yo en ropa interior y él en remera naranja y pantalón de pijama, en el baño, con una luz muy renacentista. Sería perfecta para un reality de gordos, le dije. Creo que no se rió.

Empecé El mapa y el territorio de Houllebecq. Puede que sea demasiado cáustico para mí. A veces siento que conmigo sobro.

El día está horrible. El frío asoma. La casa avanza. Tengo los mismos pendientes de siempre. El más importante y que no puedo resolver hasta el 24: el pasaporte del pequeño mal portado. Hoy ya fue a la guarde, a ver cómo vuelve.

En fin.
Me pongo a trabajar.

Pocas novedades por el frente.
Así las cosas.

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