viernes, 18 de noviembre de 2011

flojita y cooperando

Es notable lo mucho más amena, agradable, inteligente y divertida que soy cuando el interlocutor que tengo enfrente está realmente interesado en mí. Siento un efecto porteño extraño: son pocos los que quieren saber de tus sentimientos, tu historia, tus anhelos. La mayoría quiere hablar de "temas" o, en el mejor de los casos, prefiere ser escuchado. A mí, en cambio, me interpelan los humanos y sus lados B. Si yo no fuera yo pero me encontrara conmigo lo único que estaría esperando es que le contara "la verdad". El behind the scene. Bueno: puede fallar. No despierto curiosidad. Supongo que, como todo, no tiene importancia.

Ayer coachie me dijo: "vos no vas a volver nunca, ¿no?". Casi me desmayo. De verdad, no sé cuán capaz soy de ser feliz en medio de la hostilidad de Buenos Aires. Para insertarte en el mundo hay que estar bien parado, entender que no te puede importar lo que piensa el otro. Y a pesar de que parezca (si es que lo parece) que soy prescindente,  lo único que me importa realmente son las relaciones humanas. Sobre eso me interpeló Miri también vía mail: sí, creo en el amor. Claro. Profundamente. Es en lo único en lo que creo. En el amor y en los afectos. Pero el amor es un conjunto de afinidades que se dan entre humanos, una chispa que puedo explicar pero que no se relaciona con la fe. 

También pensé que 7 años de exilio generaron una capa. A veces resulto impenetrable. ¿O es parte de mi escencia? Es raro porque con algunas personas tengo una inmediatez sorprendente y con otras... bueno.

Algo que no soporto es que me digan qué hacer. Es más fuerte que yo. Desde chiquita lidio pésimo con las "sugerencias" y las críticas. Madre gusta mucho de echármelo en cara: "a vos no se te puede decir nada". Y: no. Por eso no se lo hago a los demás. Excepto a hijos y a veces a marido, momento en el que me detesta. ¿Alguien es más permeable a las críticas y las indicaciones?

Y ni te cuento sobre fallas y frustraciones. Nací sin el don de la perseverancia. Entiendo mi personalidad cuando recuerdo llorar agachada sobre la banqueta, pifiándola en un dictado rítmico en la clase de piano. Tenía entre 7 y 8 años. Es EL punto flojo.

Ojo que tengo alguna virtud, eh.

Alguna.

En fin.
Así las cosas.

4 comentarios:

Muma dijo...

Volvi de BA antes de ayer, y escribis exactamente lo que pasa alla y como me siento.

Gracias

Anónimo dijo...

Hola Juli, me podes pasar tu Mail? Me gustaría poder escribirte!! Si no tal vez por acá en mi perfil aparece el mío ( te sigo hace algunos meses ...). Mb

JB dijo...

hola mariana!
ahora te escribo! besos

JB dijo...

no está!
escribime a mexicomemata@gmail.com y ahí te paso el mío!