domingo, 12 de julio de 2009

la campeona de las larvas

Estoy en camisón. No, ya no. Todavía. Sí, pasé la peor noche de mi vida con retortijones como hacía años no tenía. Un infierno. El día en la cama. Diego se ocupó de los chicos, yo me prendí a Camilo cuando le tocaba comer. Ahora, echada en el sillón de la tele, deseo volver a la cama y dormir hasta mañana. Son las ocho y cuarto. Uhhh, el bebé llora. Diego hace un estofado con la carne que sobró de ayer. Hay una luz rarísima. A veces te parece que el director de fotografía de la naturaleza anda con ganas de experimentar. Hoy hay luz vintage. Puede que sean mis anteojos, tengo puestos los más viejos. O el cansancio. Y no mucho más. Los chicos deberían dejar de mirar tele. Adicción. No tengo ni fuerzas para luchar, mirá lo que te digo. Se fueron a comer con Pau y Jorge que, divinos, se apiadaron de mi estado calamitoso. Repito: quiero irme a la cama. Sueño. Cansancio. Teníamos invitación a asado y parece que Lisa también nos había invitado a la casa. Ilán se había quedado a dormir y Tita había invitado a Dana pero, dado mi estado, se suspendió. ¡Más piedad!

No chicos, nada más eh. Mucho dolor de panza y hueva, hueva, hueva. Un día medio tirado a la basura. Y yo que quería pasear. Bebé pasa horas en el rebozo, le copa.

Así de tiradas las cosas.

No hay comentarios.: