jueves, 23 de julio de 2009

nada es tan sencillo

De casualidad leo la parte de abajo del itinerario que me mandó Volaris cuando cambiaron el horario y dice algo raro sobre los que no tienen visa. Roberta viaja con pasaporte europeo, sin visa. Llamamos (bueno, llama Luciana, no hay nada más feliz que no trabajar más y que alguien más haga esas cosas) y nos dicen que no way, que no la dejan viajar así. Ridículo. Sobre todo porque no lo avisaron en ningún momento anterior, ni cuando compré los boletos ni cuando me mandaron el itinerario. Conclusión: Diego viaja con Roberta en otro vuelo, más temprano y desde otro aeropuerto. Sí, de no creer. Ya cerré la valija, puse un bolso grande adentro por si hacemos compras, armé las mochilas (una para Diego y otra para mí), separé los documentos de cada contingente, agarré dólares y estoy lista para ir a la oficina de Diego a que comer unas pizzas que amasó Maia y que harán a la parrilla (esperemos que no se largue). Sólo resta que Diego vaya -tarde- al médico, que llene su bártulo de las porquerías que le gusta llevar, que imprima un par de itinerarios de Map Quest (prefiero evitar problemas y tenerlo por si el auto no tiene GPS), reservar auto y buscar el libro que la mamá de Pau trae desde Argentina (llega a las siete el vuelo, ojalá que pueda pasar a buscarlo) porque no tengo nada para leer en las vacaciones. Creo que voy a meter un bolso playero por las dudas y no mucho más. Posiblemente me olvide cosas (ahora, claro, no se me ocurre qué) pero me gusta tener todo casi listo. Ah, me falta también sacar plata del cajero.

En fin.

Así de cambiados los planes. Y listas las cosas.

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