miércoles, 9 de diciembre de 2009

en el horno

No tengo ganas de trabajar, me aburrí, mal pago y poco sentador. No tengo otro, es lo que hay, me consuelo. un bodrio. Con Ile, además de constatar lo de las chicas judías, llegamos a la conclusión de que vivas en donde vivas, la realidad es que en México tenés que ser madre. La escolaridad te obliga. En Argentina, si tus hijos van a una escuela privada, lo más probable es que salgan todos los días a las 4.30 pm. Acá, en casi todas las escuelas, te los largan entre las dos y las dos y media. Y con suerte, tenés algún día de after school. No lo soporto, de verdad. No es que mi vida porteña estuviera llena de emociones pero en el 2004 había logrado cierto equilibrio. Hacía gimnasia, daba clases de español, tenía uno o dos grupos de estudio y podría haber hecho algún posgrado. Claro que tenía dos hijos menos. No puedo imaginarme cómo sería mi vida ahí hoy pero de todas maneras, la añoro. Sin conocerla. Estoy hasta la madre. De todo. Me está afectando el humor, venía bien pero ya no.

En fin.
Así de malcopadas las cosas.
Ni modo.

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