lunes, 31 de octubre de 2011

el otoño

El pasto de la plazuela está tapizado de hojas secas. Ayer, cuando salimos a ver la casa con Cristina y Lalo y Domi cruzaron para hamacar a bebonch, sentí el otoño en toda su dimensión.

Hace días que me rondan ideas variadas. Desde la clase de zumba, en la que gorda y ridícula, intentaba seguir los pasos poco concentrada. ¿Cuánto cambiás con la edad? ¿Cuánto cambiás ideológicamente, en costrumbres, en general, después de unos años de pareja estable? ¿Qué permanece y qué no?

Las respuestas se las debo. Pensé que mi vida cambió radicalmente (como la de todos una vez que entrás en mood convivencia y reproducción) pero que no dio un vuelvo ni ideológico ni económico. Siempre fui e hice más o menos lo mismo en esos niveles.

Por lo demás: nada. NADA de verdad. La nada que nadea, sonríe, mira y se instala. Una nada como pocas veces vi. Ah, no, claro. Por ejemplo: me sobran SEIS KILOS justo cuando tengo que ir a LOS GRAMMY LATINOS. Cosas re copadas que me pasan, oh sí.

Ayer a la noche después de comer con Cristina y Domi y de ver el lento proceso de la remodelación de mi casa, no hice nada más. Ah sí, antes fui al club, hice 25 de patinadora y di las vueltas al parque con Guille que me permitió Camilo (ese pendorchito está en cualquiera, su capricho y su demanda no van conmigo) y a la noche vi una con Sara Jessica Parker. Mala, obviamente, pero no tan mala como las dos anteriores (creo). Si algún día me vuelvo ejecutiva (es tan probable que eso suceda como que nieve en Costa Rica) quiero vestirme como ella. Lo que sí me sorprendió: el tiempo pasa para todos, tiene las manos muy gastadas.

Después me fui a dormir con elgourmet. com. Ahora que decidí ser una persona semi normal que al menos prende la tele para conciliar el sueño, me siento distinto. Eso más la media pastilleca que me trago todas las mañanas. Duermo tantísimo mejor. Como hacía años que no me pasaba.

Ah ¿marido? No sé demasiado. Skypeamos 40 minutos ayer a la noche, quería charlarme mientras se preguntaba qué gardocha hacía todavía en Las Vegas. Lugar al que ya fue como tres veces y que tiene encanto menos diez.

Creo que estoy deprimida.

Creo que no quiero hacer nada al respecto. Vale deprimirse mientras no le rompas los huevos a los demás ¿no?

Puedo ser una depresiva silenciosa. Mientras no haya angustia, todo me parece tolerable.

En fin, chiquitines. Espero no haberlos desalentado para siempre.
Por último quiero decir que me está costando bastante pero creo que el proceso del año sirvió. El que no me quiere, allá él, podré vivir sin eso pero no voy a hacer ningún esfuerzo ni sentirme mal si alguien no quiere ser más mi amigo. Y la gente que se relaciona por interés debería arder de por vida en el infierno: es una bajeza imperdonable.

Ahora: así las cosas.

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