viernes, 7 de octubre de 2011

llueve y llueve

Hay mucho ruido por tanta agua cayendo. Marido acaba de mandarme el link de un video con una canción hermosa pero tristísima. Si es una indirecta estoy en el horno (buscala "Somebody That I Use To Know" bya Gotye).

Estuve a las corridas hasta recién. Ahora escribo mientras padre busca pelis en su mini compu, Milo grita "no vamo", Simón y Roberta están endomingados porque se van a dormir al hotel con ellos y madre les charla.

Dormí muy bien. De corrido hasta que sonó el despertador a las 6.35am. Un milagro. Después volví a la cama y recién me desperté a las 7.50, nos vestimos, desayunamos marido, Milo y yo y salí rápido a dejar al pequeño a la guardería. Sauna y ducha y de ahí directo a la Condesa a ver al endodoncista (my best friend forever del año), de ahí caminé hasta el Fondo de Cultura, compré dos Moleskines que necesitaba madre, tomé un café y leí Vivir afuera. La felicidad viene en estado de soledad por la ciudad. Es como ser yo por un rato. También le compré un librito a cada uno de mis hijos. No pude recordar si la última visita había sido con Alejo en marzo. Espero que no, me deprimiría.  Mientras cruzaba Baja California pensé en lo imposible que es reponerle a los que no me conocieron sin tantos hijos mi otra realidad. ¿Seré tan distinta? ¿Quedó algo de esa Julieta? ¿Tiene importancia? Supongo que no.

Volví a donde estaba estacionado el coche, pasé a cargar gasolina cerca de la escuela del Coco, estacioné nuevamente y me senté en una banca a esperar a que fuera la hora para entrar a su salón. La madre del mejor amigo me dijo que ella había sugerido que los padres fuéramos a ver la exposición que hicieron nuestros hijos sobre animales en extinción. Le conté que para mí era un chino. Tuve que pedirle a María bah, me la crucé en el club y me lo ofreció, que lo buscara en la guardería así le evitaba a padres que subieran y volvieran a bajar. Por lo general evito pedir favores e imponer hijos a terceros, al final me llamó Silvi para llevárselo a la casa a jugar con Segundo y el pendorcho se fue chocho a hacer su propio programa por primera vez en sus dos años y cinco meses. Entretanto volví a la Roma, di vueltas para estacionar hasta que pude encontrarme con padres que me esperaban el Delirio. Al rato llegó Domi y comimos. Madre y yo salmón ahumado, ella un sandwich rico de serrano, mozzarella, arúgula y un pesto (parecía hecho por marido) y padre comida árabe. Rico y divertido. Tardamos una hora y media en llegar a casa. Un plomo. Bajo la lluvia. Mientras comía vi a un señor grande tomando de una petaca mientras comía con la que parecía ser su hija. Tenía un bigote frondoso y unos cuantos anillos y ahora no recuerdo si no llevaba sombrero. Fue una imagen deprimente porque después de beber la escondió debajo de la mesa.

En breve pondré a hacerme un guacamole, a cortar pan y a poner la mesa para el cineclub. Mañana creo que iremos a conocer el Soumaya con Domi y beboch y el domingo sí llevaremos a que conozcan el MUAC. El no tiempo está bien. Ventilarse está bien.

En la Condesa también me di cuenta de que no tengo mayores deseos materiales. Bueno, en realidad quiero vivir en una casa en Palermo. En Buenos Aires. Y caminar libremente. Y estudiar. Y ser yo. Con lo bueno y con lo malo pero esa... esa es otra historia.

Así las cosas, chicos.
Los extraño.


1 comentario:

María (ahora en paz) dijo...

Mañana si vienen al MUAC sí patino con uds. Besos! Me avisas.