miércoles, 3 de agosto de 2011

como si fuera otro año

Ayer tuve una vuelta al pasado, unos meses atrás cuando todo era de la misma forma que había sido siempre. Carmen vino de DC a terminar unos trámites, me contó toda su llegada, echada en el sillón, los temas familiares, los muebles, la casa, la camioneta. Como si el tiempo no hubiera pasado, no puedo darme cuenta del todo de que fue solo una visita y que porsiblemente no la vea por mucho tiempo. Carmen fue la persona que le trajo una tortuga de agua a Simón cuando nació Tita aunque nos conocíamos hacía muy poco, fue quien me pidió un turno con su pediatra cuando Tita lloraba sin parar, marido estaba borradísimo, pasado de trabajo y yo, que vivía acá hacía cuatro meses y tenía 27 años, no sabía qué carajo hacer. Me llevó en su coche y entró conmigo, como una tía preocupada. Le dije que iba a extrañar a Sebas y su buena onda con el Coco, su estar por ahí. Después salí al parque y estaba María con los chicos y una amiga y después salió Lisa, como si nada también, como si no se hubiera ido a vivir a Palo Alto hace meses y sus hijos jugaran como siempre en la plazuela, haciendo número. Es triste que las cosas se desarmen y mi vida afectiva se fue desarmando de a poco, perdiendo una pieza tras otra. Todos nos rearmamos y nadie es indispensable pero tampoco me pasa desapercibido por más acorazada que esté.

Seguí con mi día de vacaciones. Leí. Les descongelé unos elotes a los chicos para cenar (se quedaron Feli y Juana), les puse manteca, sal y palitos para que no se quemaran, los adoctriné en cuanto a lo que tenían que hacer cuando terminaban la peli (lavarse los dientes, abrir las dos bolsas de dormir, dormirse) y me fui manejando (detesto bajar en taxi) hasta el Covadonga en donde estaba marido con Nacho, su hermana y el novio. Comí de más. Hubiera preferido no salir pero marido no me deja demasiadas opciones y ventilar siempre está bien. Llegamos en coches separados (dejé a marido en la oficina para que buscara el suyo) y solo me ganó para poder meterse en la cama y hacerse el dormido. Se queja de que si tarda yo ya estoy hundida, semi dormitando (bueno, en mis pensamientos siempre).

Y no mucho más, eh. Relajienta, ahora en pijama voy a desayunar, los chicos ya rompen los huevos aunque falta 1.15 para que entren al curso. Las nenas cantan a los gritos. Marido desayunó con todos, parecía un orfanato. Luzma las peina. Milo habla sin parar pidiendo cosas. Después me toca super. Y así se pasa la vida en esta tranquilidad inaudita. Se supone que va a caer trabajo y a la tarde tengo meriending.

En fin, guys.

Así las cosas.

2 comentarios:

mara dijo...

Juli últimamente estoy leyendo todos tus posts como si te conociera personalmente. No es cierto, no nos conocemos. Me contaron de tu blog, me contó Virginia Cosin.
Y francamente me da cosa cómo me duelen algunas cosas que te pasan. El post sobre no poder tener más hijos, y éste sobre desarmar la vida sentimental. En fin, comprensión desde las entrañas. Me hacés pensar mucho en la vida en pareja, en los hijos, los amigos y un montón de cosas sobre lo casero.

JB dijo...

Gracias Mara por tu comment! Supongo que a todos nos pasa un poco lo mismo...O no.

Besos!