jueves, 14 de julio de 2011

Crónica de unas vacaciones familiares, Chicago

¡Quisimos madrugar pero no lo logramos, tenemos cansancio acumulado y dormimos mucho y bien. Profundo. Camilo da vueltas pero al final cae al lado mío, en el piso (todos los días duerme en el piso, no sé qué efectos veremos en unos años), con una almohada, su oso amarillo y tapado con una mantita (taparte mami, habla como el orto pero no para). Largamos con la orientación del GPS (mi marido se mete en la camita EN TRAJE DE BAÑO), que te lleva por el camino gratuita y al parecer, largo. Tardamos tres horas en llegar pero llegamos sin contratiempos. El Hyatt Regency zafa, la zona se supone que está buena aunque no hay un solo lugar en el que comer o hacer compras en un par de millas a la redonda. Dejamos el coche a un par de cuadras para evitar las tarifas hoteleras, subimos a dejar la pequeña maleta y empezamos a caminar a pesar de que la recepcionista dijo que no había Urban a walking distance. Es un poco cierto pero a nosotros nos copa caminar por todo lo que no caminamos durante el año. Yo soy fana desde siempre, eh. En Bs As hacía caminando todo lo que podía y es, por lejos, lo que más extraño de mi vida ahí. Le dimos duro por Michigan, pasamos por un mini super, compramos unas vituallas y mil quinientas cuadras después llegamos a los parques (estoy mareada) y nos sentamos en unas mesas con sombrillas a hacer picnic (pan, queso, fiambres y unos pepinillos; de postre, manzanas). Los gringos no están tan civilizados como debieran. En la carretera manejan como el orto, camiones gigantes van por el carril izquierdo, coches que te rebasan por el derecho, no respetan el límite de velocidad y las mesas estas estaban con candado para que no se las robaran (???). Después de la comida, seguimos caminando, nos metimos en el Millennium Park y alucinamos. Todo es hermoso pero el pabellón de Getty no tiene control, es increíble e imponente. No nos quedamos a ver el espectáculo que había después, lo haremos mañana con padres y los B. Antes los chicos se habían mojado en unos chorros que salen de unas torres de ladrillos transparentes (uno tiene la imagen de una cara, bastante genial), Camilo se malcopó y se sentó en el agua, también quiso mojar la cabeza así qeu tuvimos que llevarlo en pañal y sueter. Lo peor es que después de pasear por unos jardines con unas flores alucinantes, metieron las patitas en una suerte de fuente de madera y el pibe se tiró o se cayó y terminó más mojado todavía. Cualquiera. Por suerte a unas cuadras había un Old Navy y como necesitaba pijamas, terminó enpijamado a las 6pm. Compramos unas cositas ahí y después nos dejamos ser en Urban. Es el único lugar en el mundo en el que marido y yo nos volvemos consumistas. Yo me compraría un poco todo. Hace más de diez años que me visto ahí y no me canso. A todo esto ya era bastante tarde. Salimos a las 3pm del hotel y salimos de las tiendas (también pasamos por Forever 21 pero fui discreta) siendo casi las 8. Hicimos el (largo) camino de vuelta caminando, pasamos por una farmacia a comprar un par de cosas y terminamos en un bar cero para niños comiendo unas ensaladas bastante desastrosas pero todo bien, estábamos agotados pero de buen humor. Marido no me habla o me habla lo mínimo indispensable y con una onda lejana pero es una etapa, las vacaciones suelen ser así y yo lo entiendo. Pienso que no podremos viajar mucho más con esta prole ridícula que tenemos, todo es imposible pero por ahora lo disfrutamos. Mañana iremos al planetario y a la tarde no sé bien qué con los B.
Ordené todo un poco, marido y niños fueron a buscar hielos para las vituallas porque no se estaría estilando el "frigobar" y solo puedo pensar en dormir, me duelen las piernas como hacia mucho no.
En fin, chicos.
Así las cosas.
¡En la ciudad de los vientos!

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