martes, 5 de julio de 2011

No somos serios

Tengo un problema con la adultez: me parece poco creíble. Es decir, no la adultez sino nosotros siendo adultos. Veo a mis coetáneos haciendo vida de gente grande y pienso que es un juego. ¿Cómo llegamos acá? Se supone que todo es de verdad: tenemos hijos, casas, trabajos, responsabilidades, hipotecas, coches, proyectos, libros publicados, padres enfermos y, sin embargo, pienso que los adultos siguen siendo los otros, los padres. ¿Cuándo te hacés cargo? Mi marido por ejemplo, es una persona socialmente muy seria (excepto cuando se comporta como realmente es) desde que lo conocí. Siempre me pareció adulto, tal vez porque él tenía treinta y yo apenas veintitrés y en ese entonces no se pretendía que yo fuera "grande". Él se comporta como yo pienso que se comporta un adulto hasta que estamos solos y parece de catorce pero ese es otro tema. En cuanto a mí, sigo sintiéndome joven y de prueba, en un sentido. ¿Será porque empecé a jugar demasiado pronto? Porque a los veinticuatro estaba internada con amenazas de parto, con la televisión prendida viendo a Cavallo que anunciaba el corralito mientras negociaba la compra de mi departamento y la forma de sacarle la mayor ventaja. Y a los veinséis decidía tener otro hijo para que no se llevaran mucho y mudarme de país y vender mi casa e invertir el dinero. Ahora ya no quiero hacer nada, simplemente lo dejo a Diego que se ocupe de todo. Porque a los veintisiete empecé a administrar una empresa y me cansé para siempre. Pero no es eso, porque ni siquiera es personal. ¿O sí?

En fin. Me dormí pensando en eso, después de leer unas páginas de Las pequeñas virtudes, encontrado por Dalia antes de irse. Es un gran gran libro que si no leíste deberías leer. Hay un párrafo que tengo marcado desde que volví de Madrid y que me gustaría copiar pero el libro está arriba y yo estoy abajo, todavía en camisón de flores con un buzo a rayas naranja y rojo encima, obesa (marido me hizo comentario sobre la gordura y eso ya es grave), un poco mejor de la tos gracias al antibiótico que me recetó Flor (no sé por qué no lo empecé a tomar antes), en el silencio de la casa porque marido y Tita se fueron al colegio (marido la llevó para firmar un papel) y Milo duerme en el cuarto de Luzma (a las 5am empezó a gritar que quería que le pusiera un jean, la maternidad puede ser un infierno). Trabajaré un rato y después intentaré hacer ejercicio si me da (ayer la vueltita en bici por la zona me dejó de cama pero por lo escarpado del terreno) y si no, sólo me meteré al vapor. Después: cosas.

Marido se va a Jalisco por dos días, lo voy a extrañar. Se llevó la mochila que le trajeron Mai y Gas y hace años que no lo veía tan feliz. Somos gente muy fácil.

En fin, chicos.
Así las cosas.
Aun mocosas.

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