lunes, 17 de marzo de 2008

la casa no esta en orden, para nada. y claro es casi semana santa

subí la escalera llevando a tita a la cama, a upa, ella abrazándome fuerte y miré para abajo. en el living, la luz prendida, el teclado tirado en el piso, el triciclo de dora la exploradora, el sillón sin funda porque hermano de amiguito de simón dibujó en ella y en la sala de tele, diez películas desperdigadas por la alfombra, una pistola de agua gigante en el sillón, manchada con la sombra celeste de roberta-una vez más- así como la alfombra a los pies de la escalera. un asco, un verdadero asco todo.

detesto la suciedad y el desorden pero no soy naturalmente ordenada (sí lo suficientemente limpia aunque no soy experta en que las cosas brillen). tener una familia tiene cientos de puntos de resignación, uno de los que más me pesa, aunque parezca inverosímil, es este. no me importa entregar el control remoto-de hecho sola no miro tv-, no me importa tener que acostarme más tarde porque el otro alarga las cosas, ni las comidas, ni tantas, tantísimas cosas en las que dejé de ser yo para acoplarme al pipu. pero el orden, dios mío, me supera. cosas y cosas y cositas que no sé dónde poner ni puedo tirar ni me gustan ni me interesan.

mal reflejo el del entorno.

y una cantidad de chistidos y bufidos que superan lo soportable.

me cuesta respirar.

1 comentario:

Guillermina Maestro dijo...

Cuando todo es un caos, hay que bendecir: si hay desorden es que hay vida, dos críos sanos que juegan, que no paran... ¿Qué más se puede pedir?
Te lo escribo a vos y me lo escribo a mí, que soy la primera en decir ¡Uf! cuando estoy ante un fin de semana largo (en Argentina tampoco hay escuela este lunes). Después, vuelve la rutina y con ella, algún orden en horarios y costumbres.
Hace un tiempo una profesora me decía que si el armario de un aula de un docente está demasiado ordenadito, hay que "sospechar"...