viernes, 10 de diciembre de 2010

estoy tristona

El efecto ida de Pau no se me va. Ahora está en Bs As y yo no puedo creer que este vacío vaya a ser eterno. Angustia. Igual, tengo que reveer mi año y para eso he estado yendo (no hay otro modo verbal que funcione) a la psico todos estos meses aunque...creo que tengo que reever más cosas. Amaneció con 0 grados. Esto no está bien. Nada bien. Se me congelan las tetas. Estoy caída, me pasa mucho de no querer tener todo esto adentro. Marido me abraza en la puerta del baño y le digo una vez más: no me dejes. Se ríe, me dice que soy un peluche y agrega ¿por qué te voy a dejar? Le digo: el mundo es hostil y asiente. También le digo que se cambie la camisa, esa tiene tres años y la gastó. Me hace caso, se pone una nueva. No voy a hacer deporte. Pero voy a ir al sauna. Terminé una cosa, me queda otra pendiente y los regalos (todos) y las valijas. El tema regalos también me da angus. Y sin forma de pago. En fin. Mando mails. Tengo que leer cuento navideño en el salón de Tita. Pidieron voluntarios, me ofrecí. A la tarde meriendo con Flor y seguramente María, voy a ver si compro algo rico, nunca hay nada...pensar que cuando llegué era Sara Key.

Me levanté con esto en la cabeza: menos mal que no se pueden leer los pensamientos. Un par de veces consideré que podía estar bueno. Ya no. Imaginate. Desastre total.

En fin. Con estas reflexiones delirantes y odiándome levemente, me retiro.
Así las cosas, chicos.

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