martes, 14 de diciembre de 2010

fin de fin

Estoy sentada en el club, me hace acordar al año pasado, venía a escribir acá mis columnas sobre sexo. Estaban buenas. Me divertían. No hice deporte. Soy una lacra, lo sé. Pero salí temprano con todos: Simón, Tita y Mariel. Dejé a hija en la escuela, estacioné a la vuelta de la embajada y Mariel siguió su ruta, advirtiéndome que no vuelve hasta la noche. Ayer fui a la embajada a lo del DNI pero en lugar de llevar el DNI de Coco llevé el de Tita. Quemada MAL. Así que lo devolvía a la escuela y me fui...a sí, a Antara. Compré regalos de adultos, liquidé unos cuantos temas y sólo me quedan los de los niños. Antes de irnos a la mañana se cortó la luz...no es momento. Llamé al electricista, el tuerto que también es plomero y no sé si a causa de la falta del ojo o de qué, me dejó una canilla al revés. Tuvimos que esperar en la puerta de la embajada porque era temprano. Había una chica, jovencita, le preguntamos dónde había un café y vino con nosotros a comprarlo. Le pregunté vida y obra. Nació en Bs As pero vino a los cuatro meses, se va a la San Andrés a estudiar Relaciones Internacionales porque acá no puede ser diplomática por no ser mexicana ni hija de mexicanos. Viaja todos los julios, la madre piensa un día que se tiene que volver ya y otro que se queda para siempre. Me sentí muy identificada. Estaba ahí para dar un exámen. No la vimos más. Adentro, era un zoo. Un tipo de 42 antropólogo que parecía con mono de alguna droga dura y después de que caminamos con Coco hasta el banco a pagar y de pasada nos compramos unas barritas de cereal, había un chabón muy chabón, jovencito, rosarino, hipón, al que le habían robado todos los documentos en la playa. Pobre. Tomaba mate con un amigo mexicano.  A todo esto, al empleado, buena onda, le chiflaba bastante el moño. Supongo que estar en contacto con argentinos que hacen trámites todo el día te deja así. Igual: muy paciente. Tardamos casi dos horas y todavía lo tengo que ir a retirar pero digamos que tengo un tema menos.

Dormí mal. Mi psicóloga me contó que tiene un problema que se acerca a una problemática mía y me pegó pésimo. Pesadillas horribles. Que me implicaban en cosas extremas de ella. Me pregunto si mi inconciente no tiene nada mejor que hacer. Marido a todo esto se sentía mal. Tuvimos que poner tres libros gordos para que sostuvieran la cama quebrada. Eso no ayudó, claro, a mi bien dormir. Estoy un poco pasada. El tema valijas me da hueva, el tema regalos y laburo me estresa y el tema avión sola con los tres ni siquiera puedo pensarlo. Además, tengo que hacer unos cuántos trámites horribles una vez ahí pero prefiero no pensar. Mejor me alegro con todos los amigos que voy a ver, a Fer y a Flora que no las veo hace años. Voy a conocer bebés nuevos y muchos etcéteras.

En fin, parto.
Así las cosas.

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