jueves, 9 de diciembre de 2010

¿por qué todo se vuelve tan complicado?

Justo ahora que somos adultos, siento una vuelta al 94. Y no está bueno. Lo que sí está bueno es que uno tiene las cosas importantes en las que refugiarse, lo único verdadero. Eso es una tranquilidad.
Me queda rondando el tema de la lealtad. Uf. Temazo. Creo que soy un ente que no da, para mí es un prinicipio rector el problema es que no es de carácter universal. Pero bueno, ni modo.

Parece que los no enojos son imposibles. A mí me molestan las pequeñas traiciones pero no logro que me dure el enojo más de un día. No nací para enojarme, todo me resbala. Me duele que me hagan cosas y después, zas, se me pasa. Soy así desde siempre. Lo que entiendo que no es bueno.

Ahora: jamás me subestimes. 

Antes de ir al gym, mientras me cambiaba, pensé en la relación con marido. Hace dos años que nos llevamos BIEN. Así, bien. Increíblemente bien. Casi no nos peleamos, no hay escenas terribles como antes, no tengo la sensación de que me voy a separar (cuasi inminente durante años), es un terreno de sosiego. Está bueno ser tranquila en un ámbito.

Bueno, chicos, no puedo perder más el tiempo. Tengo páginas y páginas y más páginas. Ayer no fuimos nada a comprar los regalos. Me quedé con Xime y Coco armando el rompecabezas (bah, intentando, eh) y Xime se rió de que soy una nerd, emocionada porque terminamos los bordes, me brillan los ojos. Pero después desistí, a ver si hoy tengo un rato y retomo, me gusta hacerlo con alguien, obvio. La soledad: no es lo mío. Pena los colores ocres y que sea todo tan igual, pone en tensión mi poca paciencia.

Acá sigo: así las cosas.

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