miércoles, 26 de agosto de 2009

la vida se encarriló

O no. No lo sé. Me levanté 6.30 am. Ya tenía, como los días previos, todo listo por lo cual sólo le puse el pan en la tostadora y el nesquik en el microondas, los tuppercitos en la mochila y diego, con pantalón de corderoy y sueter de lana sin nada abajo (una vez le regalé un jogging que me parece lo más apropiado para llevar hijos al camión) y lo alcanzó a la esquina. Para entonces, las 7 am, Tita ya se quejaba no se bien por qué, el bebé quería comer nuevamente (no le tocaba aun) y yo estaba despabilada. Igual nos quedamos los cuatro en la cama un rato más. A las siete y media arrancamos. Tita ya estaba vestida y Jose la estaba peinando. Me cambié y bajé a hacer el desayuno. Se fue Tita, se fue marido y yo, al ratito, partí al super. Hice la compra tranquila (estoy hiper ralentada e idiota, todo me cuesta más). Volví a casa, alimenté bebé, armé bolso y me fui al club. Cuarenta minutos de patinadora me están dejando el culo mega dolorido. Pero: estoy gorda. Tres semanas sin hacer dieta se notan. Me odio por eso. Media pila. Empecé ayer pero no voy muy bien. No sé qué le pasa a mi fuerza de voluntad. Flaquea. Lo bueno: hoy no tengo que buscar a Simón, sólo a Tita. Voy a ir con el bebé. Por algún motivo mi compu no me deja bajar las fotos. Algo le pasa, odio las mac, empiezan a andar como el orto demasiado rápido. Y no, no mucho más. Ahora me haré un café con leche (retomamos los lácteos parece que ya no le caen más mal al bebé, iupi!) y me pondré a trabajar.

Como si el comienzo de clases no me alterara lo suficiente, están arreglando el cuarto de Jose y la casa es un caos. Por suerte tenemos muuuuuchos cuartos y Jose duerme en el de abajo.

Así de rutinarias las cosas.

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