jueves, 20 de agosto de 2009

repentinas ganas de

Buenos Aires. Eventos culturales superfluos. Vida social. ¿Tendré amigos aún? No lo sé. No somos nada. Nubes. Madrugué para practicar. Detesto la vida escolar. Con toda mi alma. Despertarse temprano, socializar con otras madres, buscar, traer, pensar y hacer lunch, tarea, uniformes. Uff. Yo quiero educación pública. Como la mía. Quiero Buenos Aires o Pellegrini, lo normal, me resisto a tener hijos bobos. Por ahora, nada. Por ahora pienso en tener una consola, imaginate. Ahora que aprendí qué es un avatar y lo digo. Tendré que desayunar con hijos. Marido que se fue temprano, no puede aguantarse, se levanta al alba y se raja. ¿Qué esconde? Mmmm. Mejor ni saber. Leer. Libro que no avanza, prefiero los formatos electrónicos para trabajar. Para placer: papel. No plans. Concierto con hijos por la tarde. Hueva atroz. A ver si zafo. No nací para esto. Siguen las ganas de viajar: lo único bueno bueno de la burguesía. Y las casas grandes y los objetos lindos. El resto no importa.

Jose tardada. Me dice: yo pensé que iba a estar siempre acá. Casi lloro. Intento convencerla de que va a estar contenta. No me sale del todo bien. Hago chistes y le pongo garra. En una ciudad donde el aborto es legal. Y ahora que existen las pastillas mágicas. Queremos que sea feliz.

Nunca seré linda.¿Debería entristecerme?

Así las cosas.
Fluyendo.

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