martes, 25 de agosto de 2009

podría haber sido otro post pero será este

Porque me desperté temprano pero Diego se ocupó de Simón. Claro que no había mucho para hacer, yo había dejado todo listo. Se fue en el camión, feliz, a las siete de la mañana. Después tocó Tita. Para entonces, marido ya se había ido a bañar, Tita también feliz con uniforme, lonchera de kitty y su bolsa con cosas para dejar en la escuela. Yo le di de comer al bebé y bajé. El camión llegó antes (era obvio el horario que me habían dado era una locura) y después de subirla (con fotos incluidas) desayunamos los dos solos (bueh, creo que Milo también nos acompañó). Preparé el bolso y me fui al club. Cincuenta minutos de felicidad. Me bañé ahí (no tuve tiempo de sauna pero ya podré) y me vine a buscar al pequeño para bajar a Polanco. La felicida se disipó en los cincuenta minutos en el tráfico. Finalmente llegué, tomé un rico chai latte con Graciana y me fui a la oficina a cambiarle el rodado a Diego porque no me entraban todos en el mío: hoy, ronda. cuatro niños en mi coche. Bajé en la escuela de Tita con Milo, volvimos al auto, nos movimos las diez cuadras correspondientes hasta el otro edificio e hicimos la fila en el coche. Maldita fila, maldito tráfico. Llevé al niño de la ronda a su casa y llegué a la mía, con el peor de los humores, a las tres menos diez (Roberta sale 1.40 y Simón a las 2.00). Comimos, forré un libro más (era la tarea de inglés) y me fui con los dos mayores a comprar una mochila rodante porque la que tenía, rota. Ahora tendré que despertar a Milo para darle de comer y poder irme al médico con él. Está por llover y me siento bastante alterada. Hoy desearía vivir en Las lomas o en Polanco. El médico queda en Polanco por lo cual vuelta a bajar.

Te querés matar.

Querés otra cosa. Cualquiera pero otra. Otro lugar en el mundo. O no sé.

Pero esto. Esto no.

Sabelo.

Así de histéricas las cosas.

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