jueves, 22 de enero de 2009

en paz con uno mismo

Mis padres gustan de darme sermones. Muchos y todo el tiempo. Claramente hablo demasiado con ellos, debo de ser más discreta porque abrir espacios da derecho a que te digan todo lo que piensan cuando les parecer. Aprenderlo bien: soy adulta. Por lo demás, mucho kilombo en general. Me olvido de lo que representan las visitas pero también sé lo que significa que nosotros vayamos allá. Es lo antinatural de vivir afuera, todo sucede en concentrado. Ahora debería bañarme, se fueron a caminar un rato y luego bajaremos a Polanco. Por lo general vivo en la suspensión del tiempo, por una u otra causa. Es una sensación rara. Mi función en la vida: ser mamá chofer.

¿Me gusta? No demasiado. ¿Pienso que es lo mejor? Sí.

¿Quisiera ser alguien? Ya no lo sé.

¿Qué espero de la vida? No tengo ni idea.

¿Me sigue el reflujo? Sí, no mengua.

¿Estoy leyendo? No, nada. Tengo visitas. No me concentro.

Me dan ganas de vivir en cualquier otro lado. No, cualquier otro no, tipo Miami. Deseo playa y chatura. A la distancia Buenos Aires y sus problemas me ahogan. Todas las noticias son malas y desalentadoras. La realidad: me quedo acá. No hay opciones.

Sí, así de fragmentada ando. Y no, no creo que estar en paz conmigo misma sea una posibilidad en mi vida. No es mi naturaleza.

No hay comentarios.: