viernes, 9 de enero de 2009

Movete, chiquita, movete

No creas que no me lo pregunto. Es recurrente. ¿ Y mi sentido del humor? ¿Y mis chistontos? ¿Y mi risa llena de encía? Cuando me dicen que tengo cara de caballo siempre pienso que están equivocados, de hecho, no me lo tomaría como un insulto, tal cual creen los que lo profieren sino como una simple descripción de la realidad pero yo, si me preguntás, cuando no me río, me veo mucha cara de perro. Disculpame. Eso sí, a los siete años me sacaron el frenillo y me condenaron de por vida a mostrar las encías cada vez que abro la boca, yo lo lamento más que el resto. Simón también tiene el labio corto pero creo que del tema encías zafa un poco más.

Terminé a Fogwill y pensé: ¿y si directamente elimino el Juli (convengamos que tiene una falta de glamour espantosa) y me hago llamar Bliffeld a secas? ¿Será condición de éxito de algún tipo?

Por lo demás, al médico lo voy a ver a la tarde, me duele la cintura y cuando estoy acostada el bebé se sacude al ritmo de la franja de Gaza (me abstengo de hacer comentarios sobre las atrocidades que se cometen en ese espacio geográfico, no quiero ni perder el tono boluda total ni contaminar este blog tan lleno de miseria burguesa de problemas reales). Me enchufé otro Indocid y espero resultados. Diego buscará a Tita y se quedará con ella hasta la tarde, dice que me viene a buscar y me lleva al médico, queremos creer pero tenemos nuestras reservas. A mi lado Divisadero de Michael Ondaatje que empezaré en breve, bah, después de bañarme. Pendientes: escribir mails pidiendo trabajo, pensar, leer el guión que me pasó un amigo hace más de un mes y seguro que algún otro etcétera. La vida en el suburbio + exceso de hormonas es garantía de mayor estupidez aún.

Así las cosas.

1 comentario:

Protervo dijo...

que tierno y lindo post.