martes, 20 de enero de 2009

martes

Ayer nos dormimos tarde, yo no tenía particular sueño posiblemente porque mi actividad del día había sido tranquila o simplemente porque no. El libro que estoy leyendo no me interesa y no tengo con qué reemplazarlo, mañana llega mi madre con algo de material pero tendría que ir pensando en pasar por la librería. Mi aventura hasta la Roma fue nefasta, es decir, tardé más de una hora en llegar y estacionar. Durante todo el viaje no pude dejar de pensar en que tengo razón al no comulgar con la ciudad. Y no, no es el vivir en el suburbio porque la realidad más cruda es que lo único que deseo cuando estoy haciendo vida citadina es volver al remanso de mi casa. Los árboles, el silencio, los espacios grandes. Con la psico todo bien, yo qué sé, no tengo interés en analizarme realmente, vomité todo lo que pienso en concentrado, con la voz semi entrecortada y me fui a buscar a Tita a la escuela y después a buscar a Simi. Mi enfoque reflexivo no cambió nada, seguí pensando que el problema es que no considero que las cosas que me ofrece la ciudad compensen la hostilidad que siento por el tráfico, las distancias, los precios, etcétera. De todas maneras comimos bife con brócoli y salimos al parque. Saqué mi libro y leí un rato. Simi se decidió y llevó su bici, finalmente aprendió a andar y está orgullosísimo. Al rato estábamos todos afuera disfrutando del mágico buen tiempo. Me fui con María y Flor a ver muebles para niños y después tomamos un té. Las tardes con compañía tienen, definitivamente, otro color. Tengo que diseñar un mueble y mandárselo al carpintero de una buena vez. Ya no da seguir dilatando el tema. Lo mismo con las fundas de los sillones pero el fundero no atiene. En breve me bañaré e iré primero a Costco y después a Wal mart. Pensé que no, pero en mi casa ya no hay nada. Carne, pollo y pescado. Yogures. Queso. Mañana, además llegan mis padres y tengo que ir a comprar verdura. A la una y media voy al gastroenterólogo. Cobra más porque es en el Hospital Angeles, me pareció una vergüenza pero lo pagará el seguro por lo cual no protesté más. No tengo grandes novedades, como se puede apreciar. La vida que sigue y sigue y yo sé que mucho no puedo hacer en este momento. Una vez más, tendré que esperar.

Mientras, empollo.

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