jueves, 15 de enero de 2009

todo puede ser mejor...

Amanecí con el humor en suba (bah, me dura poquito igual, eh, me fastidio muy rápido si el desayuno se extiende) a pesar de la lluvia (llueve a la mañana en Enero en el DF, de verdad esto superó cualquier especulación sobre el cambio climático). La dieta para la gastritis que me autoimpuse está funcionando y el levantamiento del ayuno por parte de mi marido- gracias Ile, fuiste una pieza fundamental en su decisión- colaboran a que me sienta más persona. Igual, mucha fiaca. Estoy en la cama con mi compu, se fueron hace quince minutos y respiro aliviada. Aunque suene inverosímil, tengo que hacer otro pastel. A la tarde lo decoraré con los chicos. También voy a hacer una tanda de galletas para ofrecerles a las madres que vengan en busca de sus críos. Ayer pensaba hacer pan pero no de dio la voluntad, pelotudié todo el día. También tomé un café con Pau en el café que está en medio del centro comercial de Chedraui. Te preguntás por qué la gente elige un lugar tan espantoso para desayunar- los desayunos a la mexicana tienen, debo confesar, muy buen aspecto- e inmediatamente te contestás que debe tener alguna relación con lo espantosos que son todos los lugares de Interlomas (igual sigo pensando que este le gana). A la tarde llevé a Simi a piano, volví y volví a buscarlo. En el interín merendé de más, hablé con la psico y me dio una hora para el lunes a las once y media, hablé con mi obstetra y me recomendó un gastroenterólogo y no sé qué otra cosa productiva puedo haber hecho. Leí dos páginas, o menos, de El testamento Francés y no mucho más.

A la noche cenamos una sopa de elote (choclo) y pusimos en el cuarto Sólo un sueño, de Sam Mendes que empieza como si fuera una tontería y finalmente te deja una angustia inesperada. De todas maneras, la disfruté mientras Diego roncaba a mi lado. Años atrás, en Argentina, se ofendía mucho porque yo me quedaba dormida en un porcentaje muy alto de las películas que veíamos. Claro que en ese entonces, sólo teníamos dvd en el cuarto y la cama y un bebé son una combinación perfecta para el sueño prematuro. Hasta este año vimos casi todas las películas en la sala de tele, con sound sorround y una pantalla de 52 pulgadas, así es difícil que te gane el sueño. A mí no me fastidia para nada su quedarse dormido (lo hace sistemáticamente en todas las pelis que ponemos en el cuarto) por el contrario, le cuento el argumento cuando se despierta con todo gusto. Ver películas es uno de mis entretenimientos favoritos junto con leer buenos libros, por más cliché que parezca. Y ayer tuve que aceptar que no estoy con ánimo para cine francés. De ser cine europeo que sea inglés o nórdico, a los franceses les perdí la paciencia con las últimas que vi.

Por lo demás. No mucho, las novedades, como las soluciones (esto es lo que le dije ayer a Diego cuando me contó que piensa irse más de diez días en febrero a Buenos Aires y San Pablo, dejándome con el tema de llevada y traída de niños completamente sola) no se caen de los árboles como los limones. En este momento me preocupa más lo de las soluciones que las novedades. Ir y venir dos veces en cuatro horas me da contracciones de pensarlo. Y quedarme sola cuando debería estar en Buenos Aires, donde hay back up. Qué ridículo. Lo haré como hago siempre todo.

La semana que viene tiene un poco más de ritmo. Un café que me tienta, conocer a una psi (que me da una fiaca atroz pero veremos), la llegada por un breve lapso de mis padres. El comienzo de las actividades extraescolares de mis hijos. Y así se va la vida. Sí pienso en hacer algo de ayuda al prójimo en un futuro. No es mi momento ni físico ni psíquico para hacerlo pero tengo planes a futuro.

Así las cosas. Extendidas.

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