miércoles, 8 de abril de 2009

el feriadismo

Esta semana es feriadista. Sin ser feriado todos los días, se respira un aire de hueva, de agonía en el plano laboral. Pareciera que no vale la pena trabajar tres días si los otros dos, más los dos del fin de semana, son no laborables. A mí la hueva me tiene invadida hace rato, a decir verdad. Hace seis meses que no trabajo en una oficina y el nimio trabajo que realizo en mi casa lo organizo yo. Sin embargo, desde el lunes, a pesar de trabajar bastante intensamente, no tengo ganas de nada. Bah, sí, de hacer programas y nada más.

Diego se levanta temprano y va a la oficina en su horario habitual. Yo, no lo entiendo. Son vacaciones, insisto, con éxito nulo. Él por más que no esté muy ocupado, siente que sí.

Roberta se despertó angustiadísima a eso de las once de la noche. Yo dormía hacía rato y estaba con poca energía. De todas maneras, me quedé con ella en la cama pero no paraba de llorar y el ángulo de acompañante y la panza, no son compatibles. Le dije que viniera a nuestro cuarto. Seguía llorando desconsolada, me abrazaba y las lágrimas continuaban cayendo. Pobre, pienso. Pero todos sobrevivimos al nacimiento de un hermano, por más duro y neurotizante que haya resultado. Conclusión: la mandé a dormir al piso. Diego le trajo una mantita y ahí se quedó. Le copa. Es yogui. De hecho, sigue durmiendo. Simón se acaba de despertar. Yo, tengo que ir al super. No hay absolutamente nada en la casa. Ni una fruta.

Marido también se despierta angustiado. Está en boga.

Yo, la piloteo. Es intrínseco.

Roberta se despertó, me pregunta por qué no hay nadie en el parque, con los ojos enormes, extremadamente abiertos. Porque son las ocho de la mañana, contesto, el cumple de Juana es a la tarde. Va a ser un día difícil, lidiar con la ansiedad de los hijos es una tarea ardua.

Así de soleadas y vacacionales las cosas.

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