jueves, 16 de abril de 2009

qué fácil hubiera sido todo

Es un pensamiento recurrente que no sé si lo tenía en Argentina o me surgió en México. Mi vida toda, incluso la actual, hubiera sido más sencilla de haberme criado en un ámbito homogéneo. Claro que no soy homogénea en ningún ámbito y eso hace las cosas más difíciles. Lo que podría decir que más me terminó identificando a lo largo de los años fue el colegio. Y eso que los cuatro primeros que pasé ahí fueron tortuosos. Pero después, la vida me llevó a que ese fuera un buen factor común para definir a mis amigos. Sin se excluyente, claro.

Ojalá fuera un judía convencida. Pertenecer a un grupo bien definido creo que hace a la gente más feliz. O más infeliz, también. No lo sé, no me pasó. Sí me pasó de desentonar. Y me sigue pasando. Para los no judíos, son muy judía. Cosa extrañísima ya que no tengo ningún tipo de cultura judaica, ni me educaron en el judaísmo ni frecuenté círculos judíos (bueno, sí, lo confieso a los quince un poco salí con un grupo medio de ORT, íbamos a Perica y después fui a Tapuz, es una mancha en mi historia pero al menos conocí casi todo Israel, un viaje muy recomendable para cualquiera). Jamás fui a un templo para una fiesta, ni para Shabbat ni para nada. Ah sí, al bart mitzva de mis primos pero no fue en un templo propiamente dicho sino es la escuela a la que iban.

Mis abuelos maternos eran socialistas. Vivían en Azcuénaga y Santa fe (donde aún vive mi abuelo) y veraneaban en Pinamar. Mi abuelo tiende al sionismo igual que mi padre pero a los trece años dejó la religión para siempre y nunca la retomó (excepto para enterrar a mi abuela en la Tablada, quien creo que excepto por la comida, no tenía ni un ápice de interés por la temática. Hasta que nacimos los nietos, ni siquiera festejaban Pesaj o Rosh Ashaná). Mi padre gusta de hacer actividades judaicas, hicieron un intento fallido por llevarnos a Hebraica (ah sí, ahí tomé clases de ricudim) y hubiera querido que nos sintiéramos más atraídos por el tema, pero claro, tampoco hizo nada concreto (además, si lo ves, se viste como los vecinos que teníamos en Las Heras y Laprida, ama las camperas de gamuza y los mocasines tradicionales, también tener su campo inútil). Mi madre no parece judía (es un comentario que me han hecho más de una vez) y no hace knishes ni ninguna comida tradicional. No tiene idea de religión ni le interesa ni nada por el estilo.

Mi abuelo paterno era comunista. Mi abuela colaboraba con el asilo judaico pero no tiene ni la más puta idea de cómo se reza para prender las velas, siquiera. Nunca fue al templo y presumo que su papá era ateo. Claro que, al igual que mi abuelo, sigue pensando que no hay nada mejor que un judío para otro judío, funcionó en la primera generación pero todos mis hermanos y primos se emparejaron con gentiles, de ambos lados.

Claro que soy muy neurótica, temo siempre quedarme en la ruina, sé tres palabras en yidish y lloro con películas del Holocausto. Soy y me siento judía pero no MUY judía como piensa la gente que se crió en el catolicismo. Para esa gente, soy distinta (aunque seguramente muchos de mis amigos que no son judíos también les parecerían distintos). Y para alguien muy judío, yo no sólo no soy judía sino que también soy rara.

Lo peor del caso es que a mí me sorprende que la gente me vea así. No por lo judía, eh. Yo me considero bastante normal, siento que actúo normalmente, que me visto muy comúnmente, que estoy completamente aburguesada y que hago más o menos lo mismo que el resto. Claro que digo lo que pienso bastante más seguido de lo que se ve que el resto considera conveniente. O simplemente que lo que pienso al final no es tan lo que piensa la mayoría. No sé. Me encantaría poder definirme con tres adjetivos universales, qué tranquilizador. Ahora ni siquiera soy sólo argentina.

A veces siento que Diego y yo nos encontramos, precisamente, en ese no lugar.

Bueno, la conclusión es que todo hubiera sido más fácil de haber pertenecido a un grupo bien definido pero no pasó. Y ahora ya es tarde. Ahora soy como soy. Y parece que eso no está tan buenopara tener amigos.

Así de indefinidas las cosas.

7 comentarios:

uruguaya dijo...

para mí es esa cosa medio argentina de tener que clasificar a todo el mundo. No te digo que en otras culturas no haya estereotipos, sino que acá hay como una preocupación especial por no ser: una rubia tonta, un grasa, un cheto, un negro, una hueca, un hippie, uno del campo, un tarado de cuidad, un intelectual, un zurdo, un facho, un gorila, un milico, un wannabe, y así.
tendrá que ver con eso? a veces, y tomalo con el cariño con que te lo digo, te veo muy preocupada justamente por no parecer muy burguesa, sí intelectual y creo que te presionás un poco con eso. qué tiene de malo leer mucho y al mismo tiempo comprar ropa en zara?? o querer tener una linda casa es incompatible con que te moleste que otros pasen tan mal en el mundo? ojo, yo miles de veces tengo las mismas disyuntivas, pero leyéndote me parece (será una especie de proyección?) que a vos te preocupa al punto de hacerte pasar mal por momentos...

LA RUSI RELOADED dijo...

o para tener ciertos amigos...yo soy muy muy judìa y tambièn soy rara para mi mundillo muy muy judìo...esas cosas, te quiero amiga...empieza el festi...

Maggie dijo...

ah, no JB, no sabés lo que decís. te regalo todos mis 14 años en escuela católica de chicas homogénesas, con pretenciones de gente *biàn*, hockey, fiestitas de rugbiers y misa dominical. tardé 18 años romper y en empezar a vivir Mi Vida y todavía estamos en eso...
conclusión: no mitifiques la homogeneidad, no te perdiste de nada.

y me hubiera encantado tener un abuelo comunista. los míos eran más fachos que nada.

besos,

JB dijo...

me faltó aclarar que la clave de todo esto es encajar en el círculo homogéneo porque claro, si es super homogeneo pero no te cabe, estás peor que yo...

querida uruguaya, no me ofendo para nada con lo que decís. el tema del aburguesamiento no me pesa y te diría que la ropa que me gusta es aun más cara que la de zara...el tema es ser siempre sapo de otro pozo...

besos

Graciana dijo...

yo soy también una judía no judía que no encajaba, padre oveja negra de familia bián y madre judía con cara de santiagueña, lo sufrí pero me inventé una duplicidad, tenía ropa para visitar casa abuelos bián en recoleta, vestidos, puntillas, y palabras: "traje de baño", "colorado", el bébe, mono/a, amorosa/a, "cache" y entonaciones y articulaciones, la "dj" era fundamental y no debo dejar de mencionar el dígalo con mímica en misa, que era esencial.

el resto de mis días los vivía en una escuela psicobolche de almagro, con bastante población judía, nuevos ricos de palermo chico y recoleta, clase media/ media baja de almagro y caballito.

que viva la heterogeneidad

y estense bien

Anónimo dijo...

Qué cagada, che! La verdad que leyendo tu blog,hasta llegué a pensar que te pasan cosas que le pasan a la mayoría de los:
judíos,
católicos,
socialistas,
fachos, etc...

Pero la gente (y parece que el impulso es más fuerte en las ciudades más chicas) tendemos (me incluyo, a veces lo hago)a etiquetar a los demás casi por deporte, y las diferencias nos hacen sentir amenazados.Capaz esté pasando eso.
Soy católica (no fanática), pero si practicante, tengo un novio casi marido budista, me encanta la heterogeneidad porque abre la cabeza y enriquece. Pero al principio me asustó.
Qué lástima que te sientas sapo de otro pozo. Para algunos que te leemos desde Argentina no nos parecés nada rara, pero entendemos que a veces encontrar esa afinidad e incondicionalidad que buscamos en los amigos es dificil.
A no desesperar... ya va a llegar.

suerte

estudiante crónica dijo...

la homogeneidad es un bajon.
los colegios religiosos en general son un bajon (por que mandar a tus chicos a un colegio donde son todos iguales?)

ahora, ser extranjera es medio triste. Era triste para mis abuelos en Argentina, es triste para mi en Estados Unidos.