miércoles, 22 de abril de 2009

siendo las 4.56

Estoy en el sillón de la sala de tele escribiendo pavadas y leyendo otras tantas. Ya casi no traigo la computadora acá, desde que decidí ser un poco más seria y trabajar en el escritorio. Me desperté a las cuatro, hice pis y me volví a la cama con alguna contracción. Tengo la mano derecha terriblemente hinchada, me duele, y ciertas sensaciones raras. Parir es doloroso y es algo en lo que intento no pensar, ya pasé por eso otras dos veces y no lo recuerdo como algo traumático. Claro que en ambas me dieron la peridural y esta vez se supone que me haré la valiente y pariré con dolor (más todavía). El caso es que me acosté, cuando volví del baño, y por algún motivo me di cuenta, después de muchos meses de estar embarazada, que nunca, pero nunca nunca, le había hablado al bebé ni en voz alta ni con el pensamiento. Me sorprendí. Qué poca conexión, pobre nene. Supongo que a esta altura tengo demasiados interlocutores afuera como para relacionarme con un feto pero de todas maneras, me dio un poco de pena. Yo sé que después los hijos se ganan tu amor más allá de la voluntad, tienden a imponerse de una manera muy impresionante pero también me doy cuenta de que nosotros, sus padres, estamos medio en cualquiera. Tenemos la cabeza en algo que no sé bien qué es: en el hastío, en las ganas de que las cosas cambien, en el aburrimiento, la chatura. A mí, por todo esto, me entusiasma que nazca, pienso que al menos se mueve una ficha aunque siendo el tercero, claro, no es ninguna novedad. Estoy contenta con el trabajo, hace mucho que no me pasaba, de sentir que hago algo que está bueno, que me sale bien y fácilmente, que si estuviera mejor pago sería sencillamente perfecto. Si escribiera más notas y diera clases de español para extranjeros, podría pensar en tener una entrada medianamente decente (también necesitaría que el día tuviera 12 horas más pero ese es otro tema).

Así que acá estoy, sintiendo que me parten al medio, pensando que tengo que ir al super a comprar fruta y verdura (mi único pendiente) antes de parir y que después, me puedo entregar al nacimiento tranquilamente. Sí, ya sé que vengo amenazando hace meses, yo ya no sé qué creer, si llego a la semana 39, renuncio.

En fin, así de madrugadoras las cosas.

2 comentarios:

ww dijo...

Porque decis "pobre nena"? Por vos o por el bebe? Porque el bebe es un nene, no?

Creo que este bebe va a esperar a que los padres esten un poco mas listos mentalmente para recibirlo y ademas creo que les va a hacer a todos bien. Un poquito de poner las cosas en perspectiva.

Besos

Anónimo dijo...

¿por qué hacerte la valiente y no usar peridural?
besos,
Cecilia