jueves, 30 de abril de 2009

parir

El lunes a las ocho y media estábamos llegando a la clínica. Tenía contracciones cada tres minutos no muy intensas. Habíamos ido a la consulta hacía un par de horas y tenía 3 de dilatación. Llegamos, nos registramos y cuando Mario me revisó, tenía 4. Me puso el monitor y estuvo a punto de mandarme a casa, pero no. Las contracciones eran muy leves y al toque subieron. Pero la dilatación no aumentaba. A eso de las diez y media me puso algo para que las contracciones fueran más regulares, tardó más de dos horas en hacer efecto, bajé a mi habitación, miré tele, Diego durmió y Mario venía a cada hora a revisarme. La dilatación no aumentaba. A las cinco me bajaron a la sala de parto que también es sala de labor y de recuperación, tiene una tina gigante y pelotas de las que se usan en pilates, es para partos psicoprofilácticos sólo que yo en mi puta vida fui a uno ni tenía partera ni doula ni nada. Estábamos el médico, Diego y yo. Más monitoreo, contracciones fuertes pero la dilatación casi no llegaba a 6. Me senté en la pelota para ver si la fuerza de gravedad ayudaba. Un poco ayudó pero Mario me dijo que a las seis me rompía la membrana, imaginé que iba a ser como con Simón, una maniobra manual. Craso error, una tijera larga con una punta como de crochet, lo último que querés que te metan en tu ser. Había dicho que no quería anestesia, me parecía que con lo corto que habían sido mis partos anteriores, no valía la pena. No llegué a meterme en la tina, me parecía demasiado esfuerzo. Después de la rotura de membrana (es muy impresionante, como si fuera una piñata argentina que hace blop al romperse y empiezan a salir líquido) empezaron las contracciones en serio. Hasta ese momento, casi no me había dolido. Ahí se vino lo grosso. Gritar mierda cada dos minutos, no puedo y pedir piedad, mejor sí, mejor bloqueame. No Julieta, lo estás haciendo muy bien, ya no vale la pena, no falta nada. Cierto. A las seis y diez fue lo de la membrana y a las seis y cincuenta y cinco nació Camilo. No fue nada. Aunque qué largo. Y qué dolor. Pero qué lindo. Fue un parto super. Diego al principio estaba de mal humor, preguntándose para qué fuimos tan temprano, odiándome y durmiendo (yo bancando las contracciones en silencio), después me ayudó, me hizo freguitas en la espalda, me dio la mano, me alentó (bah, él y Mario medio que me apuraban, me ponían las pilas de una maneras más bien brusca). Y al final, salió. Hermoso, divino, super despierto (más que sus hermanos, parece que por el tema de la anestesia) y yo, por suerte, después de parir la placenta (fueron como quince espantosos minutos más) estaba espléndida, sin desgarros, sin episiotomía, dándole la teta ahí mismo, platicando y haciendo chistes. Al rato nos fuimos a la habitación, Camilo con nosotros, lo buscaron y lo trajeron a la hora mientras nosotros protestábamos porque no venía el desayuno (Diego no había comido en todo el día y yo, obviamente, estaba famélica después de diez horas de trabajo de parto).

Estuvimos sólo ese día y esa noche, ayer a la mañana nos vinimos a casa.

México es un caos. Todo lo que se lee es así o peor, no se puede salir, mi madre va al super muy seguido, con barbijo y con un gel con alcohol. Diego hoy fue a la oficina un rato pero está todo parado y cerrado, no hay restoranes ni nada, las calles están desiertas, los clubes, cines, teatros, museos y demás cerrados y a partir de mañana hay un asueto nacional de cinco días. El país completamente parado y la gente encerrada en sus casas. No sabemos cuándo va a terminar. Mi madre está acá, la pobre, secuestrada en la ciudad. Mucha gente se fue a otras ciudades pero parece que la perspectiva no es mucho mejor.

Yo estoy feliz con mi hijo nuevo, amo los bebés recién nacidos, amo a mis hijos y me la paso con él, le doy la teta cada dos por tres porque no se sacia fácilmente, hace tres noches que no duermo y estoy en un estado lamentable y bastante preocupada y deprimida por la situación pero no queda más que apechugar. Es un momento rarísimo para nacer.

En fin.

Así de plenas y raras las cosas. Todo a la vez.

10 comentarios:

Vir dijo...

Qué hermoso, Juli, leerte.
Así que Camilo (y yo que pensaba -de despistada pura- que era niña).
Los quiero y los abrazo a los 5.
Muchos besos.

Ca dijo...

Felicidades, Jb!

Princesa Letra dijo...

Reina, hace bastante que leo pero nunca comento...se te lee bien y el bebé es hermoso. Me re alegro. No te asustes por la situación acá, todo pasa y todo queda...saludos y fuerza de una argentina en Coyoacán...

China dijo...

te felicito muuuuuucho!!!!

cronista sentimental dijo...

felicidades, jb! camilo es un bebito muy bonito y muy plácido, aparentemente. me alegra que estés disfrutando su llegada.
qué susto parir en un momento en que pasa algo tan grave, ¿no? cada tanto pienso que mi bebé va a nacer a este mundo tan terrible y me da miedo. pero, bueno, hay que seguir, como diría Beckett.

LUIGEE dijo...

FELICIDADES POR ESE BB HERMOSO

Morocha dijo...

La vida es bella Juli.

Así de cursi y conmovida lo digo.

Bienvenido al mundo Camilo, por ahí las cisrcunstancias no son las mejores, pero son sólo eso: circunstancias. Ya vas a ver qué lindo se va poniendo todo con el tiempo. Es un ir y venir. Es la vida.

Felicidades!!!!

Anónimo dijo...

seguro, es un momento rarísimo para parir.

Sweet carolain dijo...

Felicitaciones!

besote

LUZ ENCO dijo...

¿Tú Cómo estas?