sábado, 28 de mayo de 2011

Crónica de un viaje a Madrid, parte 5








Fotos de la cena con Flora y después el post con Tiago.

La única verdad es la realidad: cuanto más aplacado es el entorno, más stand up te hago.

Después de dormir hasta la 1pm ordené, me bañé y bajé a un bar con la compu a tomar un café con leche y laburar pero falló: primero el Barbieri estaba cerrado y después, el bar de Argumosa en el que me senté en la vereda no tenía internet y como  no había bajado el archivo de gmail, no pude leerlo así que liquidé mi taza y me volví. Estuvo bien, me quedé acá siendo productiva mientras llovía de a ratos, hasta que un poco antes de las 4 me decidí a salir aunque ya estaba el cielo encapotado otra vez. Tomé el paraguas que me dijo Flora y me aventuré a pasear en ayunas, sin hambre y haciendo esfuerzos por digerir la noche anterior. Caminé por la única calle que transito, Argumosa, pasé por el Reina Sofía y tomé El prado hasta llegar a Caixa Forum. Estaba en paz aunque con la tensión habitual sobre mi situación: vivir en una ciudad con la que no comulgo, sentirme ajena y lejana en todos los niveles, no encontrar mi lugar ni dejar de percibir la hostilidad constante. El contraste entre Madrid y México es gigante y no creo que tenga que desarrollar por qué. Entré a la librería que, obviamente, es muy linda y visité la muestra de constructivismo ruso del segundo piso: arquitectura y pintura de 1920 casi exclusivamente. Me gusta la concepción funcional de los soviéticos y me pregunté si tendría algo que ver la empatía con la ascendencia pero fue un pensamiento aislado que no venía a nada, claro. En una tarde de lluvia de soledad uno puede pensar cualquier cosa. Paz y sosiego compiten todo el tiempo con inquietud e indigestión y se complementan. Así estoy ahora, incapaz de digerir y sólo puedo pensar que mi cuerpo literaliza mis estados emocionales de una forma apabullante. Miedo.
 
Como a las 5.30pm tenía que estar acá para encontrarme con Flora, decidí emprender la retirada pero antes de irme me colgué mirando el jardín vertical de la puerta y pensando que, por lejos, era lo mejor del lugar. No saqué foto porque soy muy pajera y porque tengo una cierta aversión a la foto turística y de objetos, no me convoca pero creo que es más un problema que una convicción. Caminé bajo la lluvia con el paraguas y por suerte llegué antes porque a Flora la agarró la tormenta en plena calle y sin outfit adecuado. Seguíamos sin encontrar su llavero pero, por suerte, antes de salir Flora lo vio en el único lugar en el que no habíamos buscado: el gancho para colgar las llaves. Estaban en  donde debían y durante dos días no las vimos (??????????). Después de ponerse ropa seca y de que yo abandonara el ayuno con un durazno, agarramos las bolsas de las compras y caminamos hasta el mercado de acá cerca: rúcula, queso símil feta, aceitunas y hongos. Después pasamos por Carrefour a comprar más ravioles por si venía la Shama (no, no vino, salió con su amiga madrileña y estaba cansada así que tampoco supimos nada más de ella para el post) y por último, por la heladería (mascarpone, mango y coco). Antes de subir, nos colgamos charlando con un café con leche de por medio en el Barbieri, que ya sí había abierto y le conté a Flora que lo recordaba de mi viaje anterior, estoy segura de que fuimos a tomar chocolate con Santi pero no creo que ni él ni Fer se acuerden (ambos tienen una memoria pésima). Charlamos charlamos y finalmente subimos y seguimos charlando mientras escuchábamos música hasta que Flora se puso a cocinar en un gesto de amor supremo y yo me quedé laburando sin hacer nada de nada por nuestra cena. La ensalada estuvo deli aunque comí poco: rúcula, sandía, nueces y queso y de segundo: ravioles cuatro quesos con unos hongos saltados con manteca y salvia. Muy rico. Seguimos hablando y hablando hasta que llegó Tiago, a quien no veía hacía siete u ocho años y quien, por cierto, está igual. Nos quedamos bebiendo y platicando hasta las 2.30am y después Flora y yo, habiendo ya levantado todo, también nos quedamos dale que dale tiradas un rato en mi cama ya hecha, en pijamas. Dos loras.

Y no, no dormí nada. A las 7am ya estaba despierta, con este nudo estomacal por haber ingerido de más y cierta inquietud que no logro desplazar y que me produce un enojo profundo conmigo misma. Los planes de hoy: ahora ordenar y lavar platos (obvio que me toca pero ayer estaba muy cansada!), bañarme, laburar y cuando venga Flora, salir a pasear. No sé exactamente el destino pero a la tarde pasaremos por la feria del libro y visitaremos a Santi. Y después supongo que iremos a un bar a ver el partido y después: who knows, a ver si la Shama hoy sí quiere hacer program.

En fin, chicos.
Así las cosas.

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